Las Tres Economías (II): La economía real.
Carl Menger definió los “bienes
económicos” como aquellos respecto a los que existe una necesidad
mayor que la oferta disponible. Es el clásico principio de escasez.
Y lo que siempre se hace con el principio de escasez es mencionarlo
una vez, y acto seguido esconderlo en una caja fuerte, cerrarla,
enterrarla en lo profundo de un valle, y luego inundar el valle con
las aguas del Océano del Olvido. No vaya a ser que nos joda la
fiesta...
JOSÉ ANTONIO SÁNCHEZ CABEZAS / L.D.
06 de diciembre de 2017
Los
economistas liberales son, aunque no lo parezcan, unos soñadores.
Todos ellos saben – se lo explican al principio de la carrera- que
la economía es la gestión de la escasez. La gestión del hambre y
la pobreza. Y “gestionar” no es “solucionar”. La economía
como tal ni puede, ni pretende, erradicar la escasez.
Pero
los economistas liberales sí lo pretenden. Y se creen capaces de
conseguirlo. Los muy ilusos.
Detengámonos
un momento a pensar sobre el mercado. Tenemos los ciudadanos de a
pie, todos ellos -bueno, la mayoría- tienen un trabajo. Son
empleados de empresas. Empresas que buscan beneficios. Eso es, las
empresas pagan un sueldo a sus trabajadores – esos ciudadanos de a
pie- para que estos produzcan bienes y servicios que luego venden por
un precio mayor que el coste de producción (salarios incluidos) de
dichos bienes y servicios. ¿A quién se los venden? A los
consumidores. ¿Quienes son los consumidores? Los ciudadanos de a pie
que pueden consumir por que tienen un sueldo... por que trabajan para
las empresas.
JOSÉ ANTONIO SÁNCHEZ CABEZAS / L.D.
06 de diciembre de 2017
Los
economistas liberales son, aunque no lo parezcan, unos soñadores.
Todos ellos saben – se lo explican al principio de la carrera- que
la economía es la gestión de la escasez. La gestión del hambre y
la pobreza. Y “gestionar” no es “solucionar”. La economía
como tal ni puede, ni pretende, erradicar la escasez.
Pero
los economistas liberales sí lo pretenden. Y se creen capaces de
conseguirlo. Los muy ilusos.
Detengámonos
un momento a pensar sobre el mercado. Tenemos los ciudadanos de a
pie, todos ellos -bueno, la mayoría- tienen un trabajo. Son
empleados de empresas. Empresas que buscan beneficios. Eso es, las
empresas pagan un sueldo a sus trabajadores – esos ciudadanos de a
pie- para que estos produzcan bienes y servicios que luego venden por
un precio mayor que el coste de producción (salarios incluidos) de
dichos bienes y servicios. ¿A quién se los venden? A los
consumidores. ¿Quienes son los consumidores? Los ciudadanos de a pie
que pueden consumir por que tienen un sueldo... por que trabajan para
las empresas.