"Las dos instituciones tradicionales a prueba de crisis son la Monarquía y el PNV, bien unidos por la Cruz de Borgoña"
La cruz de San Andrés fue emblema de los borgoñones durante la guerra de los Cien Años, en Francia. Llegó a la Península a principios del siglo XVI con Carlos I y Felipe II, y desde entonces fue utilizado por los Reyes de las Españas como símbolo de la vieja e histórica monarquía hispánica, tando por Austrias como por Borbones. A lo largo del siglo XIX, la Cruz de Borgoña fue el emblema y símbolo del bando carlista que apoyaba la monarquía proscripta. A ver si es Pablo Iglesias quien no debe confundir este, nuestro preciado símbolo carlista, con la actual monarquía franquista vigente representada por Felipe el "VI".
La cruz de San Andrés fue emblema de los borgoñones durante la guerra de los Cien Años, en Francia. Llegó a la Península a principios del siglo XVI con Carlos I y Felipe II, y desde entonces fue utilizado por los Reyes de las Españas como símbolo de la vieja e histórica monarquía hispánica, tando por Austrias como por Borbones. A lo largo del siglo XIX, la Cruz de Borgoña fue el emblema y símbolo del bando carlista que apoyaba la monarquía proscripta. A ver si es Pablo Iglesias quien no debe confundir este, nuestro preciado símbolo carlista, con la actual monarquía franquista vigente representada por Felipe el "VI".
LEGITIMISTA DIGITAL
28 de octubre de 2016
El
símbolo del carlismo y de los carlistas aparece en boca del líder
político de Podemos, Pablo Iglesias Turrión, al afirmar que tras
tantos escándalos de corrupción, parece que sólo el PNV y la
Monarquía han quedado completamente indemnes, sin mácula, quizá al
estar unidos por la Cruz de Borgoña. Así Pablo Iglesias de alguna
manera reconoce el símbolo de pureza de nuestro emblema. Es posible
que lo dijera con sarcasmo, porque todavía no se han aireado los
posibles casos de corrupción de ambas instituciones, tanto de la
actual monarquía como del PNV, que hay que recordar que es solo un
partido político, aunque tan institucionalizado, que el propio Pablo
Iglesias reconoce que es ya prácticamente una institución.
Ha
dado mucho que hablar, porque Iglesias de alguna manera ha señalado
la mediocridad cultural de la cámara al no saber qué es la Cruz de
Borgoña, muchos todavía no lo saben. Con tanta roja y gualda se
olvidaron del histórico emblema de las Españas, que era la Cruz de
San Andrés o de Borgoña desde la época de Carlos V de Alemania
hasta la primera guerra carlista en 1833.
Pablo,
al señalar al centralismo lerrouxista del partido Ciudadanos de
Alvert Rivera, diciéndole que “debería buscarlo en google”, les
trató de absolutos ignorantes, al menos en lo que a la historia se
refiere. A la derecha en general, y al tripartito neoliberal
capitalista PP-PSOE-Ciudadanos se les llena tanto la boca con el
nombre de España, que ignoran la historia de las Españas, y por
tanto, ignoran el origen y la historia de la Cruz de Borgoña o San
Andrés.
Ay,
esa derecha que antiguamente se creía representante y heredera del
tradicionalismo político, y que tenía a pensadores católicos como
Chesterton o Hillarie Bellock de referentes políticos, los han
terminado olvidando asumiendo los postulados del capitalismo
anglosajón más neoliberal, imperante. Esa derecha conservadora que
tenía en Maurice Harold Macmillan, el último ministro del Partido
Conservador Británico, que decía que “está feo vender los
pendientes de mamá, y las joyas y los muebles de la abuela”, en
referencia a los bienes y sectores de la economía que estaban
todavía en manos públicas, como fruto de un planteamiento histórico
que recogía la herencia jacobita tradicionalista del movimiento
decimonónico de “La Joven Inglaterra”, y la realidad del pacto
de la postguerra, a partir de 1945 hasta los años 70 del siglo XX,
por el cual, la oligarquía, temerosa de que occidente cayera en
manos del comunismo, accedió a escuchar a los líderes sindicales y
a llevar a cabo una política proteccionista que salvaguardara el
bien público, los sectores estratégicos de la economía en manos
del Estado. Eran los tiempos, como reconoce Owen Jones en su libro
“El Stablishment-la casta al desnudo”, en que el Partido
Conservador Británico competía con el Partido Laborista por ver
cual de los dos ofertaba más vivienda pública, más empleo público,
mejores pensiones públicas. Eran tiempos en que nadie, ninguna
fuerza política en occidente ponía en duda la necesidad de que lo
público estuviera protegido por el Estado y por tanto nadie planteó
en ningún momento la privatización de los sectores estratégicos de
la economía, ni de lo público, hasta la llegada de Margareth
Thatcher en 1973.
A
partir de la llegada de Thatcher al poder, y en lo que había sido
una lucha política en el seno del Partido Conservador Británico,
asumieron postulados económicos ajenos a su ser histórico, al dejar
al gabinete del antiguo primer ministro conservador británico
Maurice Harold Macmillan completamente marginado. Así el
neoliberalismo capitalista había triunfado con Margareth Thatcher,
al rechazar todo planteamiento proteccionista, arancelario y defensor
de lo público en manos del Estado.
Esto
explica en parte los nulos referentes de la derecha europea, todos
anglosajones partidarios del neoliberalismo capitalista, se olvidaron
de aquellos filósofos políticos y poetas como Chateaubriand,
Chesterton o Bellock. Había triunfado la derecha neoliberal
capitalista que capitalizaba los votos de los tradicionalistas, a
pesar de no representar fielmente el programa tradicionalista. Tenían
que combatir ciegamente al “enemigo comunista” y cayeron todos
bajo el yugo del mercado capitalista. Así, la derecha española es
un reflejo del neoliberalismo capitalista anglosajón con una clara
forma franquista en un sentido autoritario, represor y estético,
pero que ha terminado privatizando en connivencia con el PSOE, las
telecomunicaciones, la banca y la energía, dejando muy claro la
orientación política y económica de su discurso: se olvidaron de
aquellos pensadores católicos tradicionalistas que defendían al
pueblo, como Hillarie Bellock quien afirmó en numerosas ocasiones
“que el Parlamento era un nido de ladrones y de aprovechados
orientados hacia la corrupción”, a pesar de formar parte como
parlamentario en el Parlamento Británico. Cuando esto afirmó
Bellock en sus textos y libros acusando al poder del dinero de
penetrar en las instituciones públicas y al hacerlas parecer un
entramado de corrupción, no podemos sino darle la razón a Pablo
Iglesias, el actual dirigente de Podemos, quien se ha pronunciado de
igual manera en este sentido. Y efectivamente, el Parlamento o
Congreso de los Diputados ha demostrado ser un entramado potencial
para los negocios de corrupción política donde se demandan y venden
favores, donde el fino velo entre lo público y lo privado no existe,
donde los intereses privados comerciales y usureros terminan
secuestrando las decisiones políticas soberanas y democráticas. Así
Hillarie Bellock defensor de la teoría económica del Distributismo,
que era una especie de “marxismo católico”, venía aceptar el
derecho de propiedad privada sometido a la voluntad pública del
común. Es decir, al rechazo de la propiedad privada absoluta que
defiende el sistema capitalista, porque este autor bebía de las
fuentes del tradicionalismo al defender una interpretación muy
diferenciada de la propiedad privada, basada en la amortización y en
el respeto al comunal público de los comunes, de la generalidad.
Cuando
la derecha, sus medios de comunicación, sus fines egoístas, ponen
sobre la mesa la importancia de la anécdota parlamentaria para
obviar el drama y la injusticia que aquí denunciamos, dando más
peso a la frase que ha dicho Pablo Iglesias sobre la Cruz de Borgoña,
la Monarquía y el PNV o la respuesta de capullo o gilipollas de
Albert Rivera, en lugar de dar importancia a la realidad
parlamentaria que señala Pablo, de que es potencialmente un
entramado de corrupción porque es ahí, en el Congreso de los
Diputados donde se concentran los ladrones, piratas y corruptos, tal
y como decían aquellos pensadores tradicionalistas ingleses,
franceses o españoles en el pasado, no podemos más que felicitar al
líder de Podemos por su certero juicio severo, y al mismo tiempo con
ello señalar la podredumbre del sistema constitucional imperante
vigente.
Aprovechamos para recordar a Pablo Iglesias y a todos los
militantes, simpatizantes y seguidores de Podemos, que en la
referencia que hace a la institución de la monarquía en la que
citaba la Cruz de Borgoña, señalar, que nosotros los carlistas,
nada tenemos que ver con la actual y vigente monarquía que preside
Felipe el Impostor como jefe legal del Estado Español heredero de
Franco por su padre Juan Carlos; por mucha cruz de Borgoña que
lleven algunos de los regimientos militares. Esperamos también que
esas frases tan grandilocuentes dichas por el líder Pablo Iglesias
Turrión en la Cámara del Congreso de los “Imputados” no sean
sólo un coqueteo que tiene a bien una simple POSE, porque para eso
ya hemos tenido durante mucho tiempo al PSOE. Por ello esperamos que
si PODEMOS llega al poder en las Españas, lo primero que haga sea
derogar la monarquía franquista, y no se someta a la figura de
Felipe el “VI”, porque no hay ninguna coherencia en proclamarse
republicano, ser antifranquista y terminar presidiendo un gobierno
teniendo como Jefe Legal del Estado al actual usurpador de la Corona.
Las
frases brillantes y grandilocuentes en el Congreso, están muy bien,
sobretodo para demostrarles a todos esos lacayos del capital que son
unos auténticos ignorantes en muchos temas, en temas de histórica,
de economía, de política,... eso es de agradecer, pero esperamos
que estos argumentos no sólo tengan por objetivo amalgamar a una
masa social partidaria de Podemos para la conquista del poder, sino
que exigimos coherencia política con la POSE que PODEMOS, a través
de Pablo Iglesias Turrión, sostiene en esa Cámara actualmente. También debería saber el dirigente de Podemos Pablo Iglesias Turrión, que el Carlismo, los carlistas y nuestra Cruz de Borgoña, no representan la monarquía impostora que hoy representa Felipe el "VI", sino que representa a la monarquía socialista y confederal que encarna hoy S.M. Don Carlos Javier I de Borbón Parma.
LEGITIMISTA DIGITAL
28 de octubre de 2016
El
símbolo del carlismo y de los carlistas aparece en boca del líder
político de Podemos, Pablo Iglesias Turrión, al afirmar que tras
tantos escándalos de corrupción, parece que sólo el PNV y la
Monarquía han quedado completamente indemnes, sin mácula, quizá al
estar unidos por la Cruz de Borgoña. Así Pablo Iglesias de alguna
manera reconoce el símbolo de pureza de nuestro emblema. Es posible
que lo dijera con sarcasmo, porque todavía no se han aireado los
posibles casos de corrupción de ambas instituciones, tanto de la
actual monarquía como del PNV, que hay que recordar que es solo un
partido político, aunque tan institucionalizado, que el propio Pablo
Iglesias reconoce que es ya prácticamente una institución.
Ha
dado mucho que hablar, porque Iglesias de alguna manera ha señalado
la mediocridad cultural de la cámara al no saber qué es la Cruz de
Borgoña, muchos todavía no lo saben. Con tanta roja y gualda se
olvidaron del histórico emblema de las Españas, que era la Cruz de
San Andrés o de Borgoña desde la época de Carlos V de Alemania
hasta la primera guerra carlista en 1833.
Pablo,
al señalar al centralismo lerrouxista del partido Ciudadanos de
Alvert Rivera, diciéndole que “debería buscarlo en google”, les
trató de absolutos ignorantes, al menos en lo que a la historia se
refiere. A la derecha en general, y al tripartito neoliberal
capitalista PP-PSOE-Ciudadanos se les llena tanto la boca con el
nombre de España, que ignoran la historia de las Españas, y por
tanto, ignoran el origen y la historia de la Cruz de Borgoña o San
Andrés.
Ay,
esa derecha que antiguamente se creía representante y heredera del
tradicionalismo político, y que tenía a pensadores católicos como
Chesterton o Hillarie Bellock de referentes políticos, los han
terminado olvidando asumiendo los postulados del capitalismo
anglosajón más neoliberal, imperante. Esa derecha conservadora que
tenía en Maurice Harold Macmillan, el último ministro del Partido
Conservador Británico, que decía que “está feo vender los
pendientes de mamá, y las joyas y los muebles de la abuela”, en
referencia a los bienes y sectores de la economía que estaban
todavía en manos públicas, como fruto de un planteamiento histórico
que recogía la herencia jacobita tradicionalista del movimiento
decimonónico de “La Joven Inglaterra”, y la realidad del pacto
de la postguerra, a partir de 1945 hasta los años 70 del siglo XX,
por el cual, la oligarquía, temerosa de que occidente cayera en
manos del comunismo, accedió a escuchar a los líderes sindicales y
a llevar a cabo una política proteccionista que salvaguardara el
bien público, los sectores estratégicos de la economía en manos
del Estado. Eran los tiempos, como reconoce Owen Jones en su libro
“El Stablishment-la casta al desnudo”, en que el Partido
Conservador Británico competía con el Partido Laborista por ver
cual de los dos ofertaba más vivienda pública, más empleo público,
mejores pensiones públicas. Eran tiempos en que nadie, ninguna
fuerza política en occidente ponía en duda la necesidad de que lo
público estuviera protegido por el Estado y por tanto nadie planteó
en ningún momento la privatización de los sectores estratégicos de
la economía, ni de lo público, hasta la llegada de Margareth
Thatcher en 1973.
A
partir de la llegada de Thatcher al poder, y en lo que había sido
una lucha política en el seno del Partido Conservador Británico,
asumieron postulados económicos ajenos a su ser histórico, al dejar
al gabinete del antiguo primer ministro conservador británico
Maurice Harold Macmillan completamente marginado. Así el
neoliberalismo capitalista había triunfado con Margareth Thatcher,
al rechazar todo planteamiento proteccionista, arancelario y defensor
de lo público en manos del Estado.
Esto
explica en parte los nulos referentes de la derecha europea, todos
anglosajones partidarios del neoliberalismo capitalista, se olvidaron
de aquellos filósofos políticos y poetas como Chateaubriand,
Chesterton o Bellock. Había triunfado la derecha neoliberal
capitalista que capitalizaba los votos de los tradicionalistas, a
pesar de no representar fielmente el programa tradicionalista. Tenían
que combatir ciegamente al “enemigo comunista” y cayeron todos
bajo el yugo del mercado capitalista. Así, la derecha española es
un reflejo del neoliberalismo capitalista anglosajón con una clara
forma franquista en un sentido autoritario, represor y estético,
pero que ha terminado privatizando en connivencia con el PSOE, las
telecomunicaciones, la banca y la energía, dejando muy claro la
orientación política y económica de su discurso: se olvidaron de
aquellos pensadores católicos tradicionalistas que defendían al
pueblo, como Hillarie Bellock quien afirmó en numerosas ocasiones
“que el Parlamento era un nido de ladrones y de aprovechados
orientados hacia la corrupción”, a pesar de formar parte como
parlamentario en el Parlamento Británico. Cuando esto afirmó
Bellock en sus textos y libros acusando al poder del dinero de
penetrar en las instituciones públicas y al hacerlas parecer un
entramado de corrupción, no podemos sino darle la razón a Pablo
Iglesias, el actual dirigente de Podemos, quien se ha pronunciado de
igual manera en este sentido. Y efectivamente, el Parlamento o
Congreso de los Diputados ha demostrado ser un entramado potencial
para los negocios de corrupción política donde se demandan y venden
favores, donde el fino velo entre lo público y lo privado no existe,
donde los intereses privados comerciales y usureros terminan
secuestrando las decisiones políticas soberanas y democráticas. Así
Hillarie Bellock defensor de la teoría económica del Distributismo,
que era una especie de “marxismo católico”, venía aceptar el
derecho de propiedad privada sometido a la voluntad pública del
común. Es decir, al rechazo de la propiedad privada absoluta que
defiende el sistema capitalista, porque este autor bebía de las
fuentes del tradicionalismo al defender una interpretación muy
diferenciada de la propiedad privada, basada en la amortización y en
el respeto al comunal público de los comunes, de la generalidad.
Cuando
la derecha, sus medios de comunicación, sus fines egoístas, ponen
sobre la mesa la importancia de la anécdota parlamentaria para
obviar el drama y la injusticia que aquí denunciamos, dando más
peso a la frase que ha dicho Pablo Iglesias sobre la Cruz de Borgoña,
la Monarquía y el PNV o la respuesta de capullo o gilipollas de
Albert Rivera, en lugar de dar importancia a la realidad
parlamentaria que señala Pablo, de que es potencialmente un
entramado de corrupción porque es ahí, en el Congreso de los
Diputados donde se concentran los ladrones, piratas y corruptos, tal
y como decían aquellos pensadores tradicionalistas ingleses,
franceses o españoles en el pasado, no podemos más que felicitar al
líder de Podemos por su certero juicio severo, y al mismo tiempo con
ello señalar la podredumbre del sistema constitucional imperante
vigente.
Aprovechamos para recordar a Pablo Iglesias y a todos los
militantes, simpatizantes y seguidores de Podemos, que en la
referencia que hace a la institución de la monarquía en la que
citaba la Cruz de Borgoña, señalar, que nosotros los carlistas,
nada tenemos que ver con la actual y vigente monarquía que preside
Felipe el Impostor como jefe legal del Estado Español heredero de
Franco por su padre Juan Carlos; por mucha cruz de Borgoña que
lleven algunos de los regimientos militares. Esperamos también que
esas frases tan grandilocuentes dichas por el líder Pablo Iglesias
Turrión en la Cámara del Congreso de los “Imputados” no sean
sólo un coqueteo que tiene a bien una simple POSE, porque para eso
ya hemos tenido durante mucho tiempo al PSOE. Por ello esperamos que
si PODEMOS llega al poder en las Españas, lo primero que haga sea
derogar la monarquía franquista, y no se someta a la figura de
Felipe el “VI”, porque no hay ninguna coherencia en proclamarse
republicano, ser antifranquista y terminar presidiendo un gobierno
teniendo como Jefe Legal del Estado al actual usurpador de la Corona.
Las
frases brillantes y grandilocuentes en el Congreso, están muy bien,
sobretodo para demostrarles a todos esos lacayos del capital que son
unos auténticos ignorantes en muchos temas, en temas de histórica,
de economía, de política,... eso es de agradecer, pero esperamos
que estos argumentos no sólo tengan por objetivo amalgamar a una
masa social partidaria de Podemos para la conquista del poder, sino
que exigimos coherencia política con la POSE que PODEMOS, a través
de Pablo Iglesias Turrión, sostiene en esa Cámara actualmente. También debería saber el dirigente de Podemos Pablo Iglesias Turrión, que el Carlismo, los carlistas y nuestra Cruz de Borgoña, no representan la monarquía impostora que hoy representa Felipe el "VI", sino que representa a la monarquía socialista y confederal que encarna hoy S.M. Don Carlos Javier I de Borbón Parma.
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