Don Carlos Javier denuncia la crisis de los refugiados en Siria, poniendo en valor la Justicia Social y la preservación del Medio Ambiente, para luchar contra del Cambio Climático.
Los asuntos que más nos interesan son la justicia social y entre los diferentes país, la cual no puede ser entendida actualmente sin implementar la sostenibilidad ambiental.
En treinta años, o tal vez antes, Carlos Enrique me va probablemente a plantear, como todos los niños de nuestras familias nos van a plantear: "¿Papá, sabías de esto?. ¿sabías que estábamos devorando la Tierra y destruyendo el ecosistema?, ¿sabías que algunos se enriquecían con este problema, pero que al final todos tendremos que pagar por la solución? Tendré que decir: "Si, lo sabía".
Los asuntos que más nos interesan son la justicia social y entre los diferentes país, la cual no puede ser entendida actualmente sin implementar la sostenibilidad ambiental.
En treinta años, o tal vez antes, Carlos Enrique me va probablemente a plantear, como todos los niños de nuestras familias nos van a plantear: "¿Papá, sabías de esto?. ¿sabías que estábamos devorando la Tierra y destruyendo el ecosistema?, ¿sabías que algunos se enriquecían con este problema, pero que al final todos tendremos que pagar por la solución? Tendré que decir: "Si, lo sabía".
LEGITIMISTA DIGITAL
13 de octubre de 2016

Don Carlos Javier I
Amigos, carlistas, Anna María:
Nos encontramos de
nuevo con motivo de la Presentación de mi hijo Carlos Enrique. Veo que es una
buena ocasión también para recordar a una Familia que tiene mucha
responsabilidad ante la Historia y que es ejemplo de lucha. Empezando por mi
bisabuelo Don Roberto, Infante de España, que fue el último Duque reinante de
Parma, que desafortunadamente sufrió el asesinato de su padre, y que participó
en la Tercera Guerra Carlista. También ha sido una vida trágica la de mi abuelo
Don Javier, que después de jugar un papel fundamental en los inicios de la
Guerra Civil sería expulsado por Franco de España. En la Segunda Guerra Mundial
fue detenido y encerrado por los nazis en el campo de concentración de Dachau.
Durante los años 50 mi padre Don Carlos Hugo vino a España y,
con la colaboración de los jóvenes carlistas de la AET, empezaría una nueva
etapa a partir del Montejurra 57. Aquel acto fue impresionante, algunos
estuvisteis presentes, y todavía lo podéis recordar bien.
Don Carlos Hugo,
junto con mi abuelo y mis tías, abordó los tiempos que venían, asumiendo
desafíos como la construcción democrática o la unidad europea. El Montejurra de
cada año se convirtió en el destino de nuestra Familia hasta que fue expulsada
otra vez por Franco. Yo nací en el destierro, y a los pocos días mis padres y
mis abuelos me llevaron al castillo de Lignières, en Francia. Allí Don Javier
me levantó en brazos y, mirando fijamente a los carlistas que habían venido,
solemnemente dijo: “Aquí tenéis a Carlos Javier, estará con vosotros como lo
estuvisteis con sus padres y abuelos, con los Reyes de la Dinastía”. Yo no lo
recuerdo pero me lo han contado, pues bien ahora os diré como os dije en la
Iglesia, cuando levanté a Carlos Enrique, que dentro de unos años el estará con
vosotros como yo lo he estado, mientras intento ayudar a resolver las
dificultades ante las que nos encontramos. ¿Cuales son, en nuestro tiempo?
Los asuntos que más
nos interesan son la justicia social dentro y entre los diferentes países, la
cual no puede ser entendida actualmente sin implementar la sostenibilidad
ambiental. Ante la problemática del cambio climático, que siempre me ha
interesado, sobre todo profesionalmente, todavía hay muchos ciudadanos que
prefieren mirar hacia otro lado. Sin embargo se trata de un fenómeno que
influye directamente en todos los ámbitos, por ejemplo los procesos de
desertificación conllevan la emigración de diversas poblaciones, lo cual a su
vez arrastra inevitables consecuencias de tipo económico, social y político.
Hoy en día tenemos en el mundo sesenta y cinco millones de refugiados, y no
sabemos qué hacer con ellos. Si el nivel del mar sube veinticinco centímetros
tendremos más de doscientos cincuenta millones de refugiados. Y si no
sabemos qué hacer con sesenta y cinco millones, ¿qué vamos a hacer con
doscientos cincuenta millones? ¿Cómo responder a esto? Hay que hacer algo para
que no emerja tal problema. En casi todos los campos de nuestra sociedad
tenemos la posibilidad, y lo sabemos, de hacer algo en nuestro día a día.
En treinta años, o
tal vez antes, Carlos Enrique me va probablemente a plantear, como todos los
niños de nuestras familias nos van a plantear: “¿Papá, sabías de esto?, ¿sabías
que estábamos devorando la Tierra y destruyendo el ecosistema?, ¿sabías que
algunos se enriquecían con este problema, pero que al final todos tendremos que
pagar por la solución? Tendré que decir: “Sí, lo sabía”. A continuación me
preguntará: “¿Qué has hecho para resolver este problema? Yo os pido ahora
ayuda a todos vosotros para caminar hacia una solución, para mejorar el mundo,
y no solamente en el aspecto climático, porque actualmente el desarrollo
sostenible y la justicia social no pueden ser concebidos como dos cuestiones
independientes. Y la justicia social, que es más importante que nunca, es la
única garantía de las libertades políticas.
No debemos olvidar
que nuestro destino es europeo, pero la Europa que queremos tarda en llegar.
Todos conocéis el problema y los efectos del Breixit en Gran Bretaña. Nosotros
debemos de evitar la reaparición de cualquier clase de nacionalismo excluyente.
Y esto espero que
sea la vía del futuro. Trataré de educar a Carlos Enrique para ayudar en este
camino y espero que vosotros estéis, como siempre, detrás de nosotros.
LEGITIMISTA DIGITAL
13 de octubre de 2016
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Don Carlos Javier I |
Amigos, carlistas, Anna María:
Nos encontramos de
nuevo con motivo de la Presentación de mi hijo Carlos Enrique. Veo que es una
buena ocasión también para recordar a una Familia que tiene mucha
responsabilidad ante la Historia y que es ejemplo de lucha. Empezando por mi
bisabuelo Don Roberto, Infante de España, que fue el último Duque reinante de
Parma, que desafortunadamente sufrió el asesinato de su padre, y que participó
en la Tercera Guerra Carlista. También ha sido una vida trágica la de mi abuelo
Don Javier, que después de jugar un papel fundamental en los inicios de la
Guerra Civil sería expulsado por Franco de España. En la Segunda Guerra Mundial
fue detenido y encerrado por los nazis en el campo de concentración de Dachau.
Durante los años 50 mi padre Don Carlos Hugo vino a España y,
con la colaboración de los jóvenes carlistas de la AET, empezaría una nueva
etapa a partir del Montejurra 57. Aquel acto fue impresionante, algunos
estuvisteis presentes, y todavía lo podéis recordar bien.
Don Carlos Hugo,
junto con mi abuelo y mis tías, abordó los tiempos que venían, asumiendo
desafíos como la construcción democrática o la unidad europea. El Montejurra de
cada año se convirtió en el destino de nuestra Familia hasta que fue expulsada
otra vez por Franco. Yo nací en el destierro, y a los pocos días mis padres y
mis abuelos me llevaron al castillo de Lignières, en Francia. Allí Don Javier
me levantó en brazos y, mirando fijamente a los carlistas que habían venido,
solemnemente dijo: “Aquí tenéis a Carlos Javier, estará con vosotros como lo
estuvisteis con sus padres y abuelos, con los Reyes de la Dinastía”. Yo no lo
recuerdo pero me lo han contado, pues bien ahora os diré como os dije en la
Iglesia, cuando levanté a Carlos Enrique, que dentro de unos años el estará con
vosotros como yo lo he estado, mientras intento ayudar a resolver las
dificultades ante las que nos encontramos. ¿Cuales son, en nuestro tiempo?
Los asuntos que más
nos interesan son la justicia social dentro y entre los diferentes países, la
cual no puede ser entendida actualmente sin implementar la sostenibilidad
ambiental. Ante la problemática del cambio climático, que siempre me ha
interesado, sobre todo profesionalmente, todavía hay muchos ciudadanos que
prefieren mirar hacia otro lado. Sin embargo se trata de un fenómeno que
influye directamente en todos los ámbitos, por ejemplo los procesos de
desertificación conllevan la emigración de diversas poblaciones, lo cual a su
vez arrastra inevitables consecuencias de tipo económico, social y político.
Hoy en día tenemos en el mundo sesenta y cinco millones de refugiados, y no
sabemos qué hacer con ellos. Si el nivel del mar sube veinticinco centímetros
tendremos más de doscientos cincuenta millones de refugiados. Y si no
sabemos qué hacer con sesenta y cinco millones, ¿qué vamos a hacer con
doscientos cincuenta millones? ¿Cómo responder a esto? Hay que hacer algo para
que no emerja tal problema. En casi todos los campos de nuestra sociedad
tenemos la posibilidad, y lo sabemos, de hacer algo en nuestro día a día.
En treinta años, o
tal vez antes, Carlos Enrique me va probablemente a plantear, como todos los
niños de nuestras familias nos van a plantear: “¿Papá, sabías de esto?, ¿sabías
que estábamos devorando la Tierra y destruyendo el ecosistema?, ¿sabías que
algunos se enriquecían con este problema, pero que al final todos tendremos que
pagar por la solución? Tendré que decir: “Sí, lo sabía”. A continuación me
preguntará: “¿Qué has hecho para resolver este problema? Yo os pido ahora
ayuda a todos vosotros para caminar hacia una solución, para mejorar el mundo,
y no solamente en el aspecto climático, porque actualmente el desarrollo
sostenible y la justicia social no pueden ser concebidos como dos cuestiones
independientes. Y la justicia social, que es más importante que nunca, es la
única garantía de las libertades políticas.
No debemos olvidar
que nuestro destino es europeo, pero la Europa que queremos tarda en llegar.
Todos conocéis el problema y los efectos del Breixit en Gran Bretaña. Nosotros
debemos de evitar la reaparición de cualquier clase de nacionalismo excluyente.
Y esto espero que
sea la vía del futuro. Trataré de educar a Carlos Enrique para ayudar en este
camino y espero que vosotros estéis, como siempre, detrás de nosotros.
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