El Objetivo específico: Salir del capitalismo
La respuesta socialdemócrata de Unidos Podemos es un parche cortoplacista a un problema real mucho más complejo y de mayor calado, porque no atiende al decrecimiento económico, y por tanto a la salida de la sociedad, respecto al sistema capitalista.
La respuesta socialdemócrata de Unidos Podemos es un parche cortoplacista a un problema real mucho más complejo y de mayor calado, porque no atiende al decrecimiento económico, y por tanto a la salida de la sociedad, respecto al sistema capitalista.
El comunismo
y la socialdemocracia tienen ambos
en principio el objetivo de la producción. Producir y producir trabajadores,
producir, es su lema. Este crecimiento económico aunque más lento es comparable
al que exige el sistema capitalista. No en un sentido del despilfarro, que
también, por una inadecuada planificación económica, que fomente la producción
ineficiente de ciertos bienes.
El capitalismo
aunque presume de eficiencia económica, es en realidad un sistema económico de
despilfarro e ineficiencias consecutivas que repercuten en el medio ambiente
muy negativamente; pero ello no quiere decir que al sistema comunista no le
ocurra lo mismo, aunque en menor medida.
La socialdemocracia antigua y moderna,
tienen un objetivo de reforzamiento del Gasto Público, para incrementar el PIB
(Producto Interior Bruto). Uno de los principios fundamentales económicos
keynesianos es la denuncia a la ley de Jean
Baptiste Say. Éste economista liberal decimonónico, afirmaba que en la
economía, todo lo que se produce se consume, porque “toda Oferta tiene su Demanda”. Esta afirmación se puso en
evidencia durante la crisis de 1929 y la llamada “Gran Depresión”, que dio lugar a la respuesta Keynesiana con las
políticas de New Deal. La idea era favorecer la Demanda Agregada potenciando el
consumo privado de las familias y las empresas a través de la inversión
pública, ya que la inversión privada era incapaz de contratar a la población
que quedaba en paro.
PIB = Consumo + Inversión + Gasto
Público
Para los liberales, el Gasto Público no
existía, y hoy en día sus homólogos neoliberales,
son partidarios de la progresiva eliminación del mismo, para hacer dependiente
el PIB, del Consumo e Inversión privada. Por ello tienen tanta confianza en el
mercado. Pero cuando la inversión privada es escasa y no es capaz de favorecer
el crecimiento porque realiza sus previsiones en función de rentabilidad y
competitividad de los precios de los factores, ya que los inversores entienden
que es más caro poner en funcionamiento su actividad, y deciden cerrar sus
empresas, inmediatamente ello repercute en el incremento del paro, y por tanto
en la caída del consumo privado.
Resulta paradójico, que los mayores
defensores del sistema de explotación
capitalista favorecen la depresión
del mismo, aunque ellos siguen ganando, porque el nuevo precio de equilibro de
mercado, les permite obtener beneficios en condiciones óptimas, contando con
menos trabajadores a través de la precariedad laboral. Esta realidad permite un
nuevo ajuste privado, que vuelve a favorecer tímidamente la inversión y el
consumo, pero a un coste social muy grande: el incremento del paro y la
desigualdad con un gran empobrecimiento generalizado, notándose en la regresión
de la clase media.
La derecha neoliberal que responde a los
intereses de equilibrio del consumo e inversión privados, no quiere oír ni
hablar del Gasto Público, porque en el corto plazo no obtienen beneficio
privado derivado de sus efectos. Para la oligarquía capitalista, los efectos de
una verdadera política socialdemócrata, radica en el corto plazo, en una subida
de impuestos para financiar el Gasto Público, y por eso la rechazan, aunque en
el largo plazo signifique un incremento del consumo privado derivado de la
empleabilidad de parte de los parados.
Socialismo
Autogestionario como sistema económico carlista
El carlismo
siempre ha sido muy crítico con el crecimiento económico, aunque ha aceptado
soluciones cortoplacistas socialdemócratas de economía mixta, donde los
sectores estratégicos de la economía fueran de propiedad pública, a través de
una planificación de la economía descentralizada basada en la municipalización,
comarcalización o localización de la economía, que a los efectos significa la
nacionalización de los sectores estratégicos de la economía, pero a nivel
local, favoreciendo un proceso nacionalizador desde abajo a arriba, y no al
revés como se entiende en las economías soviéticas.
La solución cortoplacista del intervencionismo estatal o comarcal en la
economía, incrementa el Gasto Público, pero no planifica el objetivo en la
mayoría de los casos. No se hacen las preguntas: ¿Qué pretendemos conseguir con el incremento del Gasto Público?
¿Favorecerá la salida de la sociedad respecto del capitalismo, o servirá para
sumir a la sociedad en la dinámica del sistema de consumo y el despilfarro?
Desde un punto de vista económico, el
Gasto Público, incrementa el modelo de
sociedad de consumo, que está lejos del modelo autogestionario, de la
economía del crecimiento cero, de reciclaje. El socialismo que se nos vende
desde Unidos Podemos, incluso desde el PSOE, es más socialdemócrata porque en
realidad apuntala el sistema de explotación capitalista porque le da más
consumidores, y por tanto se trata de un socialismo liberal, que termina
despersonalizando el socialismo al ponerse a copiar al capitalismo.
El socialismo liberal copia la tecnología
existente en las economías capitalistas para popularizarlas, y en esa democratización de la tecnología, en
lugar de favorecer la Autogestión de un Socialismo económico tradicionalista,
en su sentido ecológico, de reciclaje, y de consumo necesario; termina
favoreciendo la rueda de consumo e inversión privados y por tanto respaldando
el sistema de explotación capitalista, que acaba en realidad con la economía
socialista.
La proyección teórica del sistema
socialista autogestionario que queremos los carlistas, es crítico con la
implementación de la gestión del Gasto Público, a un modo muy distinto de cómo
lo considera la derecha neoliberal capitalista. Ya hemos visto porque la
derecha no lo quiere, no en cambio el carlismo. Desde los valores
autogestionarios basados en la autarquía localista económica que está mucho más
relacionada con el crecimiento cero, la economía circular del reciclaje, el
desarrollo del comercio justo de kilómetro cero, que favorece el localismo
agrario y la diversificación productiva de subsistencia, alentando únicamente
la producción necesaria y no la superflua, para dar lugar al decrecimiento económico en la línea que
muestran los profesores como Carlos Taibo, Serge Latouche o Antonio Turiel
¿Para
qué el Gasto Público?,
para crear las condiciones económicas que permitan un decrecimiento económico
controlado por el cual se realicen las inversiones oportunas necesarias que se
canalicen en la implementación del desarrollo de las energías ecológicas
renovables y posibilitar la adquisición de tecnología ecológica.
Deberíamos profundizar en una economía ecológica decrecentista, localista,
circular y de reciclaje que implica unos sacrificios de moderación en el
consumo, incremento en el reciclaje e incremento de la inversión en las
tecnologías ecológicas, si queremos hacer sostenible la pervivencia de la
humanidad en el Planeta Tierra.
“El
decrecimiento es inevitable. La economía financiera se alimenta, cual parásito,
de la economía real, que a su vez se sostiene consumiendo recursos naturales.
Según se agotan estos últimos –y ya se están agotando-, la economía real se
contraerá. Lo cual también está ocurriendo ya. Ahora se abren dos escenarios
posibles: si persistimos en el mismo sistema, la economía financiera seguirá
alimentándose de la cada vez más débil economía real hasta que la mate. Eso
también lo estamos viendo ya, con los rescates bancarios financiados con dinero
de los trabajadores, entre otros ejemplos menos evidentes. La alternativa ya la
conocéis todos. Decrecimiento catastrófico o decrecimiento controlado. Esa es
la verdadera elección que la realidad nos permite.” (José Antonio Sánchez Cabezas).
El comunismo
y la socialdemocracia tienen ambos
en principio el objetivo de la producción. Producir y producir trabajadores,
producir, es su lema. Este crecimiento económico aunque más lento es comparable
al que exige el sistema capitalista. No en un sentido del despilfarro, que
también, por una inadecuada planificación económica, que fomente la producción
ineficiente de ciertos bienes.
El capitalismo
aunque presume de eficiencia económica, es en realidad un sistema económico de
despilfarro e ineficiencias consecutivas que repercuten en el medio ambiente
muy negativamente; pero ello no quiere decir que al sistema comunista no le
ocurra lo mismo, aunque en menor medida.
La socialdemocracia antigua y moderna,
tienen un objetivo de reforzamiento del Gasto Público, para incrementar el PIB
(Producto Interior Bruto). Uno de los principios fundamentales económicos
keynesianos es la denuncia a la ley de Jean
Baptiste Say. Éste economista liberal decimonónico, afirmaba que en la
economía, todo lo que se produce se consume, porque “toda Oferta tiene su Demanda”. Esta afirmación se puso en
evidencia durante la crisis de 1929 y la llamada “Gran Depresión”, que dio lugar a la respuesta Keynesiana con las
políticas de New Deal. La idea era favorecer la Demanda Agregada potenciando el
consumo privado de las familias y las empresas a través de la inversión
pública, ya que la inversión privada era incapaz de contratar a la población
que quedaba en paro.
PIB = Consumo + Inversión + Gasto
Público
Para los liberales, el Gasto Público no
existía, y hoy en día sus homólogos neoliberales,
son partidarios de la progresiva eliminación del mismo, para hacer dependiente
el PIB, del Consumo e Inversión privada. Por ello tienen tanta confianza en el
mercado. Pero cuando la inversión privada es escasa y no es capaz de favorecer
el crecimiento porque realiza sus previsiones en función de rentabilidad y
competitividad de los precios de los factores, ya que los inversores entienden
que es más caro poner en funcionamiento su actividad, y deciden cerrar sus
empresas, inmediatamente ello repercute en el incremento del paro, y por tanto
en la caída del consumo privado.
Resulta paradójico, que los mayores
defensores del sistema de explotación
capitalista favorecen la depresión
del mismo, aunque ellos siguen ganando, porque el nuevo precio de equilibro de
mercado, les permite obtener beneficios en condiciones óptimas, contando con
menos trabajadores a través de la precariedad laboral. Esta realidad permite un
nuevo ajuste privado, que vuelve a favorecer tímidamente la inversión y el
consumo, pero a un coste social muy grande: el incremento del paro y la
desigualdad con un gran empobrecimiento generalizado, notándose en la regresión
de la clase media.
La derecha neoliberal que responde a los
intereses de equilibrio del consumo e inversión privados, no quiere oír ni
hablar del Gasto Público, porque en el corto plazo no obtienen beneficio
privado derivado de sus efectos. Para la oligarquía capitalista, los efectos de
una verdadera política socialdemócrata, radica en el corto plazo, en una subida
de impuestos para financiar el Gasto Público, y por eso la rechazan, aunque en
el largo plazo signifique un incremento del consumo privado derivado de la
empleabilidad de parte de los parados.
Socialismo
Autogestionario como sistema económico carlista
El carlismo
siempre ha sido muy crítico con el crecimiento económico, aunque ha aceptado
soluciones cortoplacistas socialdemócratas de economía mixta, donde los
sectores estratégicos de la economía fueran de propiedad pública, a través de
una planificación de la economía descentralizada basada en la municipalización,
comarcalización o localización de la economía, que a los efectos significa la
nacionalización de los sectores estratégicos de la economía, pero a nivel
local, favoreciendo un proceso nacionalizador desde abajo a arriba, y no al
revés como se entiende en las economías soviéticas.
La solución cortoplacista del intervencionismo estatal o comarcal en la
economía, incrementa el Gasto Público, pero no planifica el objetivo en la
mayoría de los casos. No se hacen las preguntas: ¿Qué pretendemos conseguir con el incremento del Gasto Público?
¿Favorecerá la salida de la sociedad respecto del capitalismo, o servirá para
sumir a la sociedad en la dinámica del sistema de consumo y el despilfarro?
Desde un punto de vista económico, el
Gasto Público, incrementa el modelo de
sociedad de consumo, que está lejos del modelo autogestionario, de la
economía del crecimiento cero, de reciclaje. El socialismo que se nos vende
desde Unidos Podemos, incluso desde el PSOE, es más socialdemócrata porque en
realidad apuntala el sistema de explotación capitalista porque le da más
consumidores, y por tanto se trata de un socialismo liberal, que termina
despersonalizando el socialismo al ponerse a copiar al capitalismo.
El socialismo liberal copia la tecnología
existente en las economías capitalistas para popularizarlas, y en esa democratización de la tecnología, en
lugar de favorecer la Autogestión de un Socialismo económico tradicionalista,
en su sentido ecológico, de reciclaje, y de consumo necesario; termina
favoreciendo la rueda de consumo e inversión privados y por tanto respaldando
el sistema de explotación capitalista, que acaba en realidad con la economía
socialista.
La proyección teórica del sistema
socialista autogestionario que queremos los carlistas, es crítico con la
implementación de la gestión del Gasto Público, a un modo muy distinto de cómo
lo considera la derecha neoliberal capitalista. Ya hemos visto porque la
derecha no lo quiere, no en cambio el carlismo. Desde los valores
autogestionarios basados en la autarquía localista económica que está mucho más
relacionada con el crecimiento cero, la economía circular del reciclaje, el
desarrollo del comercio justo de kilómetro cero, que favorece el localismo
agrario y la diversificación productiva de subsistencia, alentando únicamente
la producción necesaria y no la superflua, para dar lugar al decrecimiento económico en la línea que
muestran los profesores como Carlos Taibo, Serge Latouche o Antonio Turiel
¿Para
qué el Gasto Público?,
para crear las condiciones económicas que permitan un decrecimiento económico
controlado por el cual se realicen las inversiones oportunas necesarias que se
canalicen en la implementación del desarrollo de las energías ecológicas
renovables y posibilitar la adquisición de tecnología ecológica.
Deberíamos profundizar en una economía ecológica decrecentista, localista,
circular y de reciclaje que implica unos sacrificios de moderación en el
consumo, incremento en el reciclaje e incremento de la inversión en las
tecnologías ecológicas, si queremos hacer sostenible la pervivencia de la
humanidad en el Planeta Tierra.
“El
decrecimiento es inevitable. La economía financiera se alimenta, cual parásito,
de la economía real, que a su vez se sostiene consumiendo recursos naturales.
Según se agotan estos últimos –y ya se están agotando-, la economía real se
contraerá. Lo cual también está ocurriendo ya. Ahora se abren dos escenarios
posibles: si persistimos en el mismo sistema, la economía financiera seguirá
alimentándose de la cada vez más débil economía real hasta que la mate. Eso
también lo estamos viendo ya, con los rescates bancarios financiados con dinero
de los trabajadores, entre otros ejemplos menos evidentes. La alternativa ya la
conocéis todos. Decrecimiento catastrófico o decrecimiento controlado. Esa es
la verdadera elección que la realidad nos permite.” (José Antonio Sánchez Cabezas).
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