Santiago Carrillo, reconoció que de haber conocido antes de 1936 al Rey don Javier I, no hubiera habido guerra civil.
La fatídica fecha nos lleva al recuerdo del fratricidio, el cual debe servirnos de experiencia para que el hecho, no se repita. Al final triunfó el mercado capitalista de la derecha con la mercantilización de la vida; ni la Fe de los Católicos, ni la socialización de los medios de producción de las izquierdas.
La fatídica fecha nos lleva al recuerdo del fratricidio, el cual debe servirnos de experiencia para que el hecho, no se repita. Al final triunfó el mercado capitalista de la derecha con la mercantilización de la vida; ni la Fe de los Católicos, ni la socialización de los medios de producción de las izquierdas.
La
fecha de hoy es una fecha triste, sin embargo debemos recordarla en
pro de la memoria para que el hecho no se repita. Es muy importante
tener en cuenta las siguientes preguntas: ¿Cómo se llegó a tan
lamentable acontecimiento? ¿Por qué el 18 de Julio?
La
II República vino a solucionar muchas cosas pero también fue
testigo de otras a las que debería haber puesto límite.
La
II República intentó entender y solucionar el problema territorial
a través de una vertebración Federal de España y posibilitó la
constitución de los Estatutos de Estella y de Nuria para Euskadi y
Catalunya. En ese desarrollo estatutario colaboraron los carlistas
junto a los nacionalistas vascos y catalanes.
La
II República quiso garantizar el derecho al trabajo de los
jornaleros y de todos los trabajadores, pero se encontró con el
boicot permanente de una oligarquía terrateniente dispuesta a
encalar las tierras fértiles para hacerlas inservibles y evitar
contratar mano de obra local porque la estimaban muy cara. Los
señoritos estaban acostumbrados a contratar trabajadores foráneos
cuyo jornal era mucho más barato que el demandado por el trabajador
local.
La II República quiso
repartir los bienes y recursos de producción, socializarlos para
hacer accesible el trabajo y el comunal público al pueblo
trabajador. Quiso extender la educación y la cultura a toda la
población y limitar los altos cargos militares por la sangría del
presupuesto en gasto absurdo e improductivo.
Grandes
objetivos se planteó la II República, pero desde la izquierda se le
hizo el juego a la derecha porque ambos mezclaron la religión con la
política, unos para basar sus leyes en los preceptos cristianos con
lo cual habían construido un relato que denostaba a una supuesta
izquierda anticristiana y atea que además quiso asumir ese rol.
Desde la proclamación de la II República ardieron varias iglesias y
conventos el 14-04-1931. La II República no respetó las creencias
religiosas de una buena parte de la población.
En
el año 1932 la derecha militar comandada por el General Sanjurjo
intentó un golpe de Estado contra la II República. Ese golpe
fracasó porque no tenía pueblo detrás que respaldara esa acción
militar.
En 1934 una insurrección de
anarquistas y comunistas pretendió hacer lo mismo, tomar la II
República.
El 18 de Julio de 1936,
después de una jornada de asesinados, el asesinato de Calvo Sotelo
fue la espoleta de la rebelión militar a la que se apuntaron los
falangistas y los carlistas. Las injusticias y el desorden permanente
al que la II República no pudo enfrentarse, pretendieron hacerlo los
militares. Militares golpistas como Mola, que era militar republicano
y que quería sublevarse con la bandera tricolor republicana,
intentaron ganar la II República. Pero el futuro proyecto de los
golpistas no estaba claro si sería la monarquía tradicional de los
carlistas, el fascismo republicano de los falangistas o el
militarismo con la bendición clerical del nacionalcatolicismo
representado por la figura del tiránico caudillo dictador
Franco.
Para no dar lugar a semejante
situación es muy importante tener en cuenta lo necesario que es el
diálogo, la paz, el respeto y la tolerancia. La derecha sigue
cayendo en el mismo error, fue la derecha la que mata a Cristo y al
Cristianismo cuando mercantiliza la vida de los seres humanos y la
deja sin valores humanos para dotarla de valores bursátiles. No es
la izquierda la que mata a Cristo sino la derecha burguesa, la
oligarquía. Sin embargo la derecha aprovecha la ignorancia de las
masas Obreras al observar los comportamientos radicales que llevaban
a individuos desesperados a quemar Iglesias. Y es que la Jerarquía
Católica española, en lugar de hacer empatía y comprender las
penurias por las que atravesaban los desheredados, los sin tierra,
los mal contentos, los que tenían hambre de tierras cuyos
antepasados militaron en el carlismo por la misma razón, encontraron
en el anarquismo y en el comunismo la respuesta a las ansias de
justicia social, que el carlismo había significado en el pasado.
La
dirección integrista católica del carlismo en 1936 era bien
distinta del carlismo decimonónico, cuyo movimiento se dotaba de la
masa social que en 1936 pasó a formar parte de anarquistas y
comunistas.
Muchos no
entendieron la importancia de la presencia de la religión católica
en España, y pretendieron borrarla de la faz de la tierra, o al
menos es lo que entendieron muchos de los combatientes que pasaron a
formar parte del llamado bando nacional de 1936, pensaban que su Fe
desaparecería si ganaban "los rojos". Hoy se ha demostrado
que con el triunfo de la derecha capitalista y de la mercantilización
de la vida, ha sido la derecha la que ha matado a Jesucristo, no el
marxismo, ni el comunismo, ni el anarquismo. Valores cristianos de
solidaridad y amor al prójimo que podían haberse compartido entre
todos los pueblos de las Españas, intereses comunales y formas de
producción ligadas al comunalismo del pasado defendidas por
comunistas y tradicionalistas, podían haber supuesto el culmen del
diálogo y el abrazo del "comunista ateo" y el "facha
católico". Pero había un trasfondo que nos separó a todos: la
banca y la oligarquía capitalista no estaba dispuesta a perder la
explotación colonial que venía ejerciendo sobre España desde la
instauración del Trono de Isabel "II" en 1833.
Las fuerzas
obreristas luchaban por la socialización de los medios de producción
mientras que las fuerzas capitalistas querían mantener sus
privilegios conservadores adquiridos tras la revolución burguesa
capitalista de 1848 y 1868. Del mismo modo que esta oligarquía
capitalista se había enfrentado al carlismo decimonónico en el
campo de batalla, para negarle al pueblo el comunal público que
reclamaba haciendo uso del derecho histórico Foral, en 1936 esa
misma oligarquía capitalista haría lo mismo con la II República,
con las masas Obreras desheredadas que tenían hambre de medios de
producción y de acceso al trabajo, a la autogestión. Pero los
carlistas no lucharon por la II República, porque percibió que
aquellos desheredados prendían fuego a las Iglesias, esto y nada más
que esto, es lo que llevó al carlismo a luchar junto a los enemigos
que había combatido en el siglo XIX, por eso el carlismo ganó la
guerra civil, pero perdió la paz. Sus ideas y sus sueños no
contaron nunca en la España franquista. Ganó un dictador que impuso
el centralismo, la privatización de los medios de producción y el
capitalismo, y una interpretación de la religión católica que
terminó bendiciendo al libre mercado y al capitalismo, valores
bursátiles que terminarían matando a Cristo y a la religión
católica, lo que supuestamente trataron de impedir los carlistas
cuando se enfrentaron en el campo de batalla con los "ateos
anarquistas, socialistas y comunistas".
La paradoja de la
historia ha sido que el capitalismo mató a Dios, y que supuestamente
lo que la guerra civil trató de dirimir para los miles de
combatientes de los Tercios era la conservación de un Dios que la
propia derecha en el ejercicio y dinámica capitalista, les
terminaría por quitar a los tradicionalistas.
Los hijos de los combatientes requetés carlistas que no habían vivido la guerra civil durante los años 70, evolucionaron hacia unos planteamientos carlistas progresistas e izquierdistas consistentes en la defensa del socialismo autogestionario y en la vertebración confederal de las Españas, hoy representado en el actual Partido Carlista, el cual volvió a sus orígenes comunitaristas y socialistas, de esencia Foralista, que estaba dirigido por el reclamante carlista, que fue rey legítimo de las Españas para los legitimistas, Don Carlos Hugo de Borbón Parma. Con él, el carlismo superó la guerra civil española, superó el enfrentamiento, y vio en las izquierdas a grupos aliados del carlismo, aunque después muchos dieran la espalda al Carlismo legitimista.
La
fecha de hoy es una fecha triste, sin embargo debemos recordarla en
pro de la memoria para que el hecho no se repita. Es muy importante
tener en cuenta las siguientes preguntas: ¿Cómo se llegó a tan
lamentable acontecimiento? ¿Por qué el 18 de Julio?
La II República vino a solucionar muchas cosas pero también fue testigo de otras a las que debería haber puesto límite.
La II República vino a solucionar muchas cosas pero también fue testigo de otras a las que debería haber puesto límite.
La II República intentó entender y solucionar el problema territorial a través de una vertebración Federal de España y posibilitó la constitución de los Estatutos de Estella y de Nuria para Euskadi y Catalunya. En ese desarrollo estatutario colaboraron los carlistas junto a los nacionalistas vascos y catalanes.
La II República quiso garantizar el derecho al trabajo de los jornaleros y de todos los trabajadores, pero se encontró con el boicot permanente de una oligarquía terrateniente dispuesta a encalar las tierras fértiles para hacerlas inservibles y evitar contratar mano de obra local porque la estimaban muy cara. Los señoritos estaban acostumbrados a contratar trabajadores foráneos cuyo jornal era mucho más barato que el demandado por el trabajador local.
La II República quiso
repartir los bienes y recursos de producción, socializarlos para
hacer accesible el trabajo y el comunal público al pueblo
trabajador. Quiso extender la educación y la cultura a toda la
población y limitar los altos cargos militares por la sangría del
presupuesto en gasto absurdo e improductivo.
Grandes objetivos se planteó la II República, pero desde la izquierda se le hizo el juego a la derecha porque ambos mezclaron la religión con la política, unos para basar sus leyes en los preceptos cristianos con lo cual habían construido un relato que denostaba a una supuesta izquierda anticristiana y atea que además quiso asumir ese rol. Desde la proclamación de la II República ardieron varias iglesias y conventos el 14-04-1931. La II República no respetó las creencias religiosas de una buena parte de la población.
Grandes objetivos se planteó la II República, pero desde la izquierda se le hizo el juego a la derecha porque ambos mezclaron la religión con la política, unos para basar sus leyes en los preceptos cristianos con lo cual habían construido un relato que denostaba a una supuesta izquierda anticristiana y atea que además quiso asumir ese rol. Desde la proclamación de la II República ardieron varias iglesias y conventos el 14-04-1931. La II República no respetó las creencias religiosas de una buena parte de la población.
En el año 1932 la derecha militar comandada por el General Sanjurjo intentó un golpe de Estado contra la II República. Ese golpe fracasó porque no tenía pueblo detrás que respaldara esa acción militar.
En 1934 una insurrección de anarquistas y comunistas pretendió hacer lo mismo, tomar la II República.
El 18 de Julio de 1936, después de una jornada de asesinados, el asesinato de Calvo Sotelo fue la espoleta de la rebelión militar a la que se apuntaron los falangistas y los carlistas. Las injusticias y el desorden permanente al que la II República no pudo enfrentarse, pretendieron hacerlo los militares. Militares golpistas como Mola, que era militar republicano y que quería sublevarse con la bandera tricolor republicana, intentaron ganar la II República. Pero el futuro proyecto de los golpistas no estaba claro si sería la monarquía tradicional de los carlistas, el fascismo republicano de los falangistas o el militarismo con la bendición clerical del nacionalcatolicismo representado por la figura del tiránico caudillo dictador Franco.
Para no dar lugar a semejante situación es muy importante tener en cuenta lo necesario que es el diálogo, la paz, el respeto y la tolerancia. La derecha sigue cayendo en el mismo error, fue la derecha la que mata a Cristo y al Cristianismo cuando mercantiliza la vida de los seres humanos y la deja sin valores humanos para dotarla de valores bursátiles. No es la izquierda la que mata a Cristo sino la derecha burguesa, la oligarquía. Sin embargo la derecha aprovecha la ignorancia de las masas Obreras al observar los comportamientos radicales que llevaban a individuos desesperados a quemar Iglesias. Y es que la Jerarquía Católica española, en lugar de hacer empatía y comprender las penurias por las que atravesaban los desheredados, los sin tierra, los mal contentos, los que tenían hambre de tierras cuyos antepasados militaron en el carlismo por la misma razón, encontraron en el anarquismo y en el comunismo la respuesta a las ansias de justicia social, que el carlismo había significado en el pasado.
La dirección integrista católica del carlismo en 1936 era bien distinta del carlismo decimonónico, cuyo movimiento se dotaba de la masa social que en 1936 pasó a formar parte de anarquistas y comunistas.
Muchos no entendieron la importancia de la presencia de la religión católica en España, y pretendieron borrarla de la faz de la tierra, o al menos es lo que entendieron muchos de los combatientes que pasaron a formar parte del llamado bando nacional de 1936, pensaban que su Fe desaparecería si ganaban "los rojos". Hoy se ha demostrado que con el triunfo de la derecha capitalista y de la mercantilización de la vida, ha sido la derecha la que ha matado a Jesucristo, no el marxismo, ni el comunismo, ni el anarquismo. Valores cristianos de solidaridad y amor al prójimo que podían haberse compartido entre todos los pueblos de las Españas, intereses comunales y formas de producción ligadas al comunalismo del pasado defendidas por comunistas y tradicionalistas, podían haber supuesto el culmen del diálogo y el abrazo del "comunista ateo" y el "facha católico". Pero había un trasfondo que nos separó a todos: la banca y la oligarquía capitalista no estaba dispuesta a perder la explotación colonial que venía ejerciendo sobre España desde la instauración del Trono de Isabel "II" en 1833.
Las fuerzas
obreristas luchaban por la socialización de los medios de producción
mientras que las fuerzas capitalistas querían mantener sus
privilegios conservadores adquiridos tras la revolución burguesa
capitalista de 1848 y 1868. Del mismo modo que esta oligarquía
capitalista se había enfrentado al carlismo decimonónico en el
campo de batalla, para negarle al pueblo el comunal público que
reclamaba haciendo uso del derecho histórico Foral, en 1936 esa
misma oligarquía capitalista haría lo mismo con la II República,
con las masas Obreras desheredadas que tenían hambre de medios de
producción y de acceso al trabajo, a la autogestión. Pero los
carlistas no lucharon por la II República, porque percibió que
aquellos desheredados prendían fuego a las Iglesias, esto y nada más
que esto, es lo que llevó al carlismo a luchar junto a los enemigos
que había combatido en el siglo XIX, por eso el carlismo ganó la
guerra civil, pero perdió la paz. Sus ideas y sus sueños no
contaron nunca en la España franquista. Ganó un dictador que impuso
el centralismo, la privatización de los medios de producción y el
capitalismo, y una interpretación de la religión católica que
terminó bendiciendo al libre mercado y al capitalismo, valores
bursátiles que terminarían matando a Cristo y a la religión
católica, lo que supuestamente trataron de impedir los carlistas
cuando se enfrentaron en el campo de batalla con los "ateos
anarquistas, socialistas y comunistas".
La paradoja de la
historia ha sido que el capitalismo mató a Dios, y que supuestamente
lo que la guerra civil trató de dirimir para los miles de
combatientes de los Tercios era la conservación de un Dios que la
propia derecha en el ejercicio y dinámica capitalista, les
terminaría por quitar a los tradicionalistas.
Los hijos de los combatientes requetés carlistas que no habían vivido la guerra civil durante los años 70, evolucionaron hacia unos planteamientos carlistas progresistas e izquierdistas consistentes en la defensa del socialismo autogestionario y en la vertebración confederal de las Españas, hoy representado en el actual Partido Carlista, el cual volvió a sus orígenes comunitaristas y socialistas, de esencia Foralista, que estaba dirigido por el reclamante carlista, que fue rey legítimo de las Españas para los legitimistas, Don Carlos Hugo de Borbón Parma. Con él, el carlismo superó la guerra civil española, superó el enfrentamiento, y vio en las izquierdas a grupos aliados del carlismo, aunque después muchos dieran la espalda al Carlismo legitimista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario