La monarquía capitalista de origen franquista
El pasado 11 de abril, nuestro compañero del Cercle Valencià d´Estudis Carlistes, Josep Miralles, publicó en el Periódico Mediterráneo de Catellón, el siguiente artículo del cual nos hacemos eco.

Josep Miralles Climent
En el macro-juicio de Palma se juzga a un
puñado de presuntos corruptos económicos entre los que se encuentran dos
miembros (¿o debo decir ex-miembros?) de la Casa Real española: la hija del
emérito rey Juan Carlos I y hermana del actual rey Felipe VI, Cristina de
Borbón, y su marido, Iñaki Urdangarin.
En su defensa han alegado que la Casa
Real era conocedora de sus negocios. Negocios legales, claro está.
Este recurso a "implicar" a la
Casa Real en general y a Juan Carlos en particular no sólo es un argumento muy
astuto, sino que, además, tiene cierta lógica, pues al fin y al cabo, éste ha
sido un maestro en el enriquecimiento fácil, lo cual ha servido también para
alentar a un montón de políticos corruptos (y "no corruptos" pero
enriquecidos fácilmente) que han proliferado en la España llamada democrática.
La fortuna del rey Juan Carlos -como la
de otros mandatarios y políticos del mundo-
tiene su origen en el poder. Un poder con poco sentido de la ética y la
moral, como lo son los sistemas capitalistas, tanto si son liberales como
dictatoriales, que dominan el mundo de la modernidad.
En una reciente entrevista al historiador
Ángel viñas, hablando de su último libro La
otra cara del caudillo, explicaba cómo el dictador Francisco Franco se
enriqueció; explicaba que Franco entró en la guerra sin un duro y acabó su
mandato con 388 millones de euros.
Es muy probable que Franco fuese, también
en esto, el maestro de su príncipe protegido, pues cuando Juan Carlos I fue
entronizado, en 1975, carecía de fortuna personal y en 2003 la revista Forbes
le asignaba una fortuna de 1790 millones de euros. Para llegar a ello fueron
muchos los negocios turbios del rey según algunos investigadores.
Creo que no es suficiente la democracia
formal para evitar este tipo de corruptelas de muchos políticos y hombres de
negocios de la modernidad. Hace falta algo que hoy se valora poco en la
sociedad hedonista y de consumo en la que vivimos: hace falta un alto sentido
de la ética y de la moral que se ha pedido en el mundo actual.
Siempre que pienso en políticos honestos
me viene a la memoria José Mújica, el ex-presidente de la República de Uruguay
que vivió pobremente, como un ciudadano más de su país, y evoco igualmente la
figura de un rey carlista de la dinastía proscrita en España, Carlos VII, que
dijo aquello de que si el pueblo es pobre, vivan pobremente también el rey y
sus ministros.
Algunos hombres de la "nueva
política" en las Españas parece que están entrando en esa dinámica limpia,
clara y ética. Esperemos que cuando alcancen el poder no se corrompan siguiendo
el ejemplo de de sus antecesores de "la casta" y de la "vieja
política".
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Josep Miralles Climent |
En el macro-juicio de Palma se juzga a un
puñado de presuntos corruptos económicos entre los que se encuentran dos
miembros (¿o debo decir ex-miembros?) de la Casa Real española: la hija del
emérito rey Juan Carlos I y hermana del actual rey Felipe VI, Cristina de
Borbón, y su marido, Iñaki Urdangarin.
En su defensa han alegado que la Casa
Real era conocedora de sus negocios. Negocios legales, claro está.
Este recurso a "implicar" a la
Casa Real en general y a Juan Carlos en particular no sólo es un argumento muy
astuto, sino que, además, tiene cierta lógica, pues al fin y al cabo, éste ha
sido un maestro en el enriquecimiento fácil, lo cual ha servido también para
alentar a un montón de políticos corruptos (y "no corruptos" pero
enriquecidos fácilmente) que han proliferado en la España llamada democrática.
La fortuna del rey Juan Carlos -como la
de otros mandatarios y políticos del mundo-
tiene su origen en el poder. Un poder con poco sentido de la ética y la
moral, como lo son los sistemas capitalistas, tanto si son liberales como
dictatoriales, que dominan el mundo de la modernidad.
En una reciente entrevista al historiador
Ángel viñas, hablando de su último libro La
otra cara del caudillo, explicaba cómo el dictador Francisco Franco se
enriqueció; explicaba que Franco entró en la guerra sin un duro y acabó su
mandato con 388 millones de euros.
Es muy probable que Franco fuese, también
en esto, el maestro de su príncipe protegido, pues cuando Juan Carlos I fue
entronizado, en 1975, carecía de fortuna personal y en 2003 la revista Forbes
le asignaba una fortuna de 1790 millones de euros. Para llegar a ello fueron
muchos los negocios turbios del rey según algunos investigadores.
Creo que no es suficiente la democracia
formal para evitar este tipo de corruptelas de muchos políticos y hombres de
negocios de la modernidad. Hace falta algo que hoy se valora poco en la
sociedad hedonista y de consumo en la que vivimos: hace falta un alto sentido
de la ética y de la moral que se ha pedido en el mundo actual.
Siempre que pienso en políticos honestos
me viene a la memoria José Mújica, el ex-presidente de la República de Uruguay
que vivió pobremente, como un ciudadano más de su país, y evoco igualmente la
figura de un rey carlista de la dinastía proscrita en España, Carlos VII, que
dijo aquello de que si el pueblo es pobre, vivan pobremente también el rey y
sus ministros.
Algunos hombres de la "nueva
política" en las Españas parece que están entrando en esa dinámica limpia,
clara y ética. Esperemos que cuando alcancen el poder no se corrompan siguiendo
el ejemplo de de sus antecesores de "la casta" y de la "vieja
política".
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