Dos personalidades hermanadas en el tiempo en su lucha por las libertades en las Españas
Objeto de la represión policial en las navidades de 1968, D. Carlos Hugo de Borbón-Parma recibe el 20 de diciembre una orden de expulsión del país y el resto de su familia recibe la misma orden el 26 de diciembre. De nada sirven el 4 de enero las quejas de algunos procuradores del régimen: D. Carlos Hugo, escoltado por la policía y aclamado por sus seguidores que acuden a despedirlo a la frontera de Hendaya, no puede volver a España.

Mounier y su mujer
Unos días después, el 24 de enero, la francesa Paulette Leclercq
(viuda del pensador Emmanuel Mounier) es detenida en Barcelona en la casa de
Alfonso Carlos Comín, hijo del antiguo diputado carlista por Zaragoza Jesús
Comín, mientras participa en una reunión con jesuitas e intelectuales
antifranquistas.
El motivo de ambas acciones policiales es el mismo: los
represaliados están acusados de participar en actividades políticas.
A pesar de lo significativo de esta coincidencia de fechas, la
relación entre el apellido Mounier y la casa de Borbón-Parma va mucho más allá
de la anécdota. Las aportaciones de Emmanuel Mounier al pensamiento filosófico
y al compromiso social de los cristianos marcaron a toda una generación de
creyentes incómodos con el individualismo y el totalitarismo de masas que
representaban las principales ideologías en conflicto durante el siglo XX. Esa
Tercera Vía que propugnaba Mounier, esa superación del individualismo en la
Persona y el paso de la sociedad siempre anónima (“se dice”) a la construcción
de una genuina Comunidad de personas (“¡hagamos!”), estaban muy cerca de las
intuiciones del carlismo desde sus orígenes.
En el prólogo a la biografía sobre su padre, D. Carlos Hugo
escribió: “Si las metas del Carlismo histórico no pudieron llevarse a cabo,
salvo en parte en lo referente al proceso autonómico, hay valores suyos que son
hoy más que nunca modernos, como la búsqueda de una sociedad humanizada. Al
hombre robotizado y encasillado en una burocracia, defraudado por partidos que
son máquinas electorales, le propone una sociedad societaria donde pueda gozar
de unos valores democráticos comunitarios.”
Aún está por estudiar el impacto que el pensamiento de Mounier
provocó en la mente y el alma de aquéllos que actualizaron el ideario carlista
en la última mitad del siglo XX. Su
llamada a rehacer el Renacimiento como alternativa al desorden establecido
sigue teniendo eco en los foros más diversos. Estudiar su recepción en el
carlismo es una de las muchas líneas de investigación en las cuales es
necesario profundizar para entender cómo es posible que uno de los movimientos
políticos más antiguos de Europa a muchos nos siga pareciendo moderno.
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Mounier y su mujer |
Unos días después, el 24 de enero, la francesa Paulette Leclercq
(viuda del pensador Emmanuel Mounier) es detenida en Barcelona en la casa de
Alfonso Carlos Comín, hijo del antiguo diputado carlista por Zaragoza Jesús
Comín, mientras participa en una reunión con jesuitas e intelectuales
antifranquistas.
El motivo de ambas acciones policiales es el mismo: los
represaliados están acusados de participar en actividades políticas.
A pesar de lo significativo de esta coincidencia de fechas, la
relación entre el apellido Mounier y la casa de Borbón-Parma va mucho más allá
de la anécdota. Las aportaciones de Emmanuel Mounier al pensamiento filosófico
y al compromiso social de los cristianos marcaron a toda una generación de
creyentes incómodos con el individualismo y el totalitarismo de masas que
representaban las principales ideologías en conflicto durante el siglo XX. Esa
Tercera Vía que propugnaba Mounier, esa superación del individualismo en la
Persona y el paso de la sociedad siempre anónima (“se dice”) a la construcción
de una genuina Comunidad de personas (“¡hagamos!”), estaban muy cerca de las
intuiciones del carlismo desde sus orígenes.
En el prólogo a la biografía sobre su padre, D. Carlos Hugo
escribió: “Si las metas del Carlismo histórico no pudieron llevarse a cabo,
salvo en parte en lo referente al proceso autonómico, hay valores suyos que son
hoy más que nunca modernos, como la búsqueda de una sociedad humanizada. Al
hombre robotizado y encasillado en una burocracia, defraudado por partidos que
son máquinas electorales, le propone una sociedad societaria donde pueda gozar
de unos valores democráticos comunitarios.”
Aún está por estudiar el impacto que el pensamiento de Mounier
provocó en la mente y el alma de aquéllos que actualizaron el ideario carlista
en la última mitad del siglo XX. Su
llamada a rehacer el Renacimiento como alternativa al desorden establecido
sigue teniendo eco en los foros más diversos. Estudiar su recepción en el
carlismo es una de las muchas líneas de investigación en las cuales es
necesario profundizar para entender cómo es posible que uno de los movimientos
políticos más antiguos de Europa a muchos nos siga pareciendo moderno.
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