No existe el nacionalismo español, ni el nacionalismo catalán, ni el nacionalismo vasco,...
El nacionalismo es siempre el mismo, y lo mismo: la más eficaz herramienta de la derecha para asesinar a la izquierda.
josé antonio sánchez cabezas / l.d.
05 de octubre de 2015
El
dado
En
el metro de Madrid, una panda de neonazis ha acorralado a un pobre
mendigo.
-
¡No me hagáis daño, por favor! – Ruega el mendigo-. ¿Acaso no
sufro ya lo bastante en la vida?
-
Mira – dice el líder de los neonazis, sacando un dado del
bolsillo-, ¿ves esto? Pues ahora lanzaré el dado. Si sale un número
del uno al cinco, te matamos a palos.
-
¿Y si sale el seis? – inquiere el mendigo, con un brillo de
esperanza.
-
Entonces volvemos a tirar.
Las
elecciones plebiscitarias al parlamento catalán ya han llegado, y ya
han pasado. Los resultados son los harto conocidos: los separatistas
han ganado las elecciones, y han perdido el plebiscito.
En
buena lógica, eso significa que ahora los nacionalistas deberían
dedicarse a formar gobierno, dejar de lado el independentismo, y
dedicarse a gobernar, eso es, ocuparse del paro y la indigencia, de
la sanidad y de la educación, de las infraestructuras, de la
seguridad, de la vivienda, y la corrupción política galopante que
tienen en Cataluña, entre otros muchos problemas que sufren los
ciudadanos de a pie. Porque han ganado las elecciones como partido,
pero han perdido el plebiscito como independentistas.
Esto
último lo han reconocido las propias CUP, que pasan por ser el
partido supuestamente de izquierdas e independentista, que ya ha
anunciado su renuncia a una declaración unilateral de independencia.
¡Ah,
pero eso no significa nada! La voluntad del pueblo, expresada en las
urnas, solo tiene validez en la medida en que da la razón a la tesis
separatista. Pero sí dicha voluntad democrática les quita la razón,
entonces pasa a ser irrelevante…
Imaginemos
que se hubiese hecho lo correcto. Imaginemos que, en lugar de este
pastiche de elecciones plebiscitarias, se hubiese hecho un plebiscito
de verdad: vinculante y definitivo.
En
ese escenario, y de haber salido un “SÍ”, lo correcto sería
llevar a cabo la escisión de Cataluña, que pasaría a formar una
nueva nación, fuera de España y de la UE. Sería lo suyo, y
cualquiera que intentase sostener lo contrario se vería sin
argumentos. Porque es un plebiscito vinculante y definitivo, como
debe ser.
Ahora
bien, ¿y si sale el “NO”? Entonces, ¿qué? Pues entonces los
separatistas se limpiarán el culo con la voluntad del pueblo, y
seguirán insistiendo como si nada hubiese ocurrido. Y ello porque el
objetivo de los independentistas no es que el pueblo sea escuchado.
Su objetivo es la independencia, con el pueblo o sin él.
El
nacionalismo, en España, no quiere un referéndum vinculante, y en
Cataluña, el nacionalismo no quiere que sea definitivo. Así pues,
el nacionalismo (que es el mismo en todas partes) no quiere un
referéndum vinculante y definitivo. Solo quiere que continúe el
conflicto para poder cumplir su función…
Mañana,
mañana y mañana
Erase
un joven, llamado Sansoke, que estaba perdidamente enamorado de una
Geisha llamada Inoue. Pero como la muchacha le ignoraba, sin importar
lo que el hiciese.
Desesperado
de amor, Sanosuke acudió aquella noche a una poderosa hechicera y le
explicó su situación.
-
Existe un remedio para tu mal - le explicó la ancina bruja-. Es una
tinta especial; si escribes cualquier cosa sobre su piel, ella
seguirá las instrucciones, tal y como las escribas, sin poder
evitarlo.
Sanosuke
pagó un alto precio por ella, pero obtuvo la tinta mágica, y la
noche siguiente llevó a cabo su plan; invitó a Inoue a una cena
amistosa, pero vertió un potente somnifero en su bebida. Cuando la
Geisha cayó, inconsciente, Sanosuke aprovechó la oportunidad y, muy
nervioso, trazó las palabras "Mañana
te enamorarás de Sanosuke"
en el brazo de ella, y se marchó discretamente.
Al
día siguiente, exultante de felicidad, acudió de nuevo a la casa de
Inoue y volvió a proponerle matrimonio.
-
Lo siento, Sanosuke, pero no te amo.
Sorprendido
y muy furioso, el joven regresó a la casa de la bruja.
-
¡Me has engañado! - gritó Sansosuke, tras contarle su nuevo
fracaso - ¡Esa tinta era falsa y no funciona!¡Devuélveme el
dinero!
-
¡Eres idiota! - replicó la bruja - ¡Las palabras que escribiste no
cambian; siempre serán "Mañana
te enamorarás de Sanosuke"!
Y
el joven, comprendiendo su tremendo error, cayó de rodillas con el
rostro bañado en lágrimas.
La
cuestión ahora es que las CUP van a tener que pasar por el proceso
que hemos visto mil veces, que podríamos resumir como “La Derrota
de la Izquierda”.
El
proceso sigue las siguientes etapas: una agrupación bienintencionada
intenta conjugar los principios de izquierdas y el ánimo
nacionalista. Mientras la agrupación en cuestión no tiene poder, y
se limita a la retórica, la música suena muy bien. Hay algunas
incompatibilidades y contradicciones de las que son más o menos
conscientes, pero por el momento se circunscriben al ámbito teórico.
Es
cuando se hacen con una cuota de poder cuando esas contradicciones e
incompatibilidades, que habían aparcado, les estallan en la cara.
Porque la Derecha les dice: “Elegid: o renunciáis a vuestro
programa comunistoide, o seréis traidores a la patria. O socialismo,
o nacionalismo.”
A
las CUP, que han obtenido unos resultados electorales lo bastante
buenos como para ser llave de gobierno, ya les han puesto en esa
disyuntiva. Este momento siempre llega, y la única particularidad es
que a las CUP les ha llegado muy pronto. Pero siempre llega, porque
nacionalismo e izquierda no solo son incompatibles, sino que el
nacionalismo está diseñado para asesinar a la izquierda. No tiene
otra función.
Así
pues, da igual que hayan perdido el plebiscito, y daría igual que
perdiesen uno o mil; el nacionalismo siempre insistirá en volver a
tirar el dado. ¿Y las políticas de izquierdas? ¿Y los problemas de
los ciudadanos? Oh, bueno, de eso ya se ocuparán mañana.
josé antonio sánchez cabezas / l.d.
05 de octubre de 2015
El
dado
En
el metro de Madrid, una panda de neonazis ha acorralado a un pobre
mendigo.
-
¡No me hagáis daño, por favor! – Ruega el mendigo-. ¿Acaso no
sufro ya lo bastante en la vida?
-
Mira – dice el líder de los neonazis, sacando un dado del
bolsillo-, ¿ves esto? Pues ahora lanzaré el dado. Si sale un número
del uno al cinco, te matamos a palos.
-
¿Y si sale el seis? – inquiere el mendigo, con un brillo de
esperanza.
-
Entonces volvemos a tirar.
Las
elecciones plebiscitarias al parlamento catalán ya han llegado, y ya
han pasado. Los resultados son los harto conocidos: los separatistas
han ganado las elecciones, y han perdido el plebiscito.
En
buena lógica, eso significa que ahora los nacionalistas deberían
dedicarse a formar gobierno, dejar de lado el independentismo, y
dedicarse a gobernar, eso es, ocuparse del paro y la indigencia, de
la sanidad y de la educación, de las infraestructuras, de la
seguridad, de la vivienda, y la corrupción política galopante que
tienen en Cataluña, entre otros muchos problemas que sufren los
ciudadanos de a pie. Porque han ganado las elecciones como partido,
pero han perdido el plebiscito como independentistas.
Esto
último lo han reconocido las propias CUP, que pasan por ser el
partido supuestamente de izquierdas e independentista, que ya ha
anunciado su renuncia a una declaración unilateral de independencia.
¡Ah,
pero eso no significa nada! La voluntad del pueblo, expresada en las
urnas, solo tiene validez en la medida en que da la razón a la tesis
separatista. Pero sí dicha voluntad democrática les quita la razón,
entonces pasa a ser irrelevante…
Imaginemos
que se hubiese hecho lo correcto. Imaginemos que, en lugar de este
pastiche de elecciones plebiscitarias, se hubiese hecho un plebiscito
de verdad: vinculante y definitivo.
En
ese escenario, y de haber salido un “SÍ”, lo correcto sería
llevar a cabo la escisión de Cataluña, que pasaría a formar una
nueva nación, fuera de España y de la UE. Sería lo suyo, y
cualquiera que intentase sostener lo contrario se vería sin
argumentos. Porque es un plebiscito vinculante y definitivo, como
debe ser.
Ahora
bien, ¿y si sale el “NO”? Entonces, ¿qué? Pues entonces los
separatistas se limpiarán el culo con la voluntad del pueblo, y
seguirán insistiendo como si nada hubiese ocurrido. Y ello porque el
objetivo de los independentistas no es que el pueblo sea escuchado.
Su objetivo es la independencia, con el pueblo o sin él.
El
nacionalismo, en España, no quiere un referéndum vinculante, y en
Cataluña, el nacionalismo no quiere que sea definitivo. Así pues,
el nacionalismo (que es el mismo en todas partes) no quiere un
referéndum vinculante y definitivo. Solo quiere que continúe el
conflicto para poder cumplir su función…
Mañana,
mañana y mañana
Erase
un joven, llamado Sansoke, que estaba perdidamente enamorado de una
Geisha llamada Inoue. Pero como la muchacha le ignoraba, sin importar
lo que el hiciese.
Desesperado
de amor, Sanosuke acudió aquella noche a una poderosa hechicera y le
explicó su situación.
-
Existe un remedio para tu mal - le explicó la ancina bruja-. Es una
tinta especial; si escribes cualquier cosa sobre su piel, ella
seguirá las instrucciones, tal y como las escribas, sin poder
evitarlo.
Sanosuke
pagó un alto precio por ella, pero obtuvo la tinta mágica, y la
noche siguiente llevó a cabo su plan; invitó a Inoue a una cena
amistosa, pero vertió un potente somnifero en su bebida. Cuando la
Geisha cayó, inconsciente, Sanosuke aprovechó la oportunidad y, muy
nervioso, trazó las palabras "Mañana
te enamorarás de Sanosuke"
en el brazo de ella, y se marchó discretamente.
Al
día siguiente, exultante de felicidad, acudió de nuevo a la casa de
Inoue y volvió a proponerle matrimonio.
-
Lo siento, Sanosuke, pero no te amo.
Sorprendido
y muy furioso, el joven regresó a la casa de la bruja.
-
¡Me has engañado! - gritó Sansosuke, tras contarle su nuevo
fracaso - ¡Esa tinta era falsa y no funciona!¡Devuélveme el
dinero!
-
¡Eres idiota! - replicó la bruja - ¡Las palabras que escribiste no
cambian; siempre serán "Mañana
te enamorarás de Sanosuke"!
Y
el joven, comprendiendo su tremendo error, cayó de rodillas con el
rostro bañado en lágrimas.
La
cuestión ahora es que las CUP van a tener que pasar por el proceso
que hemos visto mil veces, que podríamos resumir como “La Derrota
de la Izquierda”.
El
proceso sigue las siguientes etapas: una agrupación bienintencionada
intenta conjugar los principios de izquierdas y el ánimo
nacionalista. Mientras la agrupación en cuestión no tiene poder, y
se limita a la retórica, la música suena muy bien. Hay algunas
incompatibilidades y contradicciones de las que son más o menos
conscientes, pero por el momento se circunscriben al ámbito teórico.
Es
cuando se hacen con una cuota de poder cuando esas contradicciones e
incompatibilidades, que habían aparcado, les estallan en la cara.
Porque la Derecha les dice: “Elegid: o renunciáis a vuestro
programa comunistoide, o seréis traidores a la patria. O socialismo,
o nacionalismo.”
A
las CUP, que han obtenido unos resultados electorales lo bastante
buenos como para ser llave de gobierno, ya les han puesto en esa
disyuntiva. Este momento siempre llega, y la única particularidad es
que a las CUP les ha llegado muy pronto. Pero siempre llega, porque
nacionalismo e izquierda no solo son incompatibles, sino que el
nacionalismo está diseñado para asesinar a la izquierda. No tiene
otra función.
Así
pues, da igual que hayan perdido el plebiscito, y daría igual que
perdiesen uno o mil; el nacionalismo siempre insistirá en volver a
tirar el dado. ¿Y las políticas de izquierdas? ¿Y los problemas de
los ciudadanos? Oh, bueno, de eso ya se ocuparán mañana.
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