¿Y si España fue secuestrada por un proceso de castellanización forzada que favorece su disgregación?
El pasado explica como hemos llegado al día de hoy, y por ello no puede obviarse, pero jamás puede justificar el rumbo futuro; eso depende de la voluntad de los de hoy de ser para decidir.
Juan karlos pérez álvarez / l. D.
16 de septiembre de 2015

Reinos, Señoríos y Principados de las Españas en 1684
Casi
todos sabemos que el imperio romano era un imperio basado en la ampliación por
consenso sobre unas bases de dominación, y aquellos pueblos que no asumían el
nuevo status eran pasto de la aniquilación por parte de las legiones. Suele
decirse lo de Hispania, pero aquel imperio no hacía distingo entre continentes,
la prueba está en que cuando se escindió, lo hizo entre oriente y occidente, no
entre la cuenca norte y sur del mediterráneo. Y en la Hispania, junto a la
Tarraconense estaba la Mauritania, en el actual Marruecos, Sahara y Mauritania.
Cuando llegaron los Visigodos (que, dicho sea de paso, la corrnisa cantábrica,
de una u otra manera, no llegaron a dominar, sea por los alanos o por los
vascones y el legendario lema domuit vasconum, que, excusatio non petita … que
heredaban todos los reyes godos … ) estos, para legitimar su poder, asumieron
las tesis de los romanos, y pretendieron una unidad peninsular que no se había
dado bajo Roma. (ver “Arquitectura de las naciones” y “El surco de Babel”,
ambos de Jon Nikolas).
Dicen
que en el año 711 se produjo la invasión árabe. Mentira. Había una guerra civil
dentro del bando visigótico, además de la permanente guerra del norte contra
los vascones. Los árabes apoyaron un bando. Y se quedaron. Y se refugiaron en
Asturias. Posteriormente, a finales del siglo XIII, un obispo de Oviedo se
inventó la documentación pertinente sobre el fantasioso Reino de Asturias que
recogía la aspiración visigótica de mantener vivo el espíritu de la
jurisprudencia romana. Tal y como los godos la interpretaron. Y de Asturias se
pasó al Reino de León, que, posteriormente acabaría fusionado con el Reino de
Castilla. Es interesante porque el Reino de Castilla viene de una escisión en
el siglo XI del Reino de Navarra. Y es que en el año 1033 muere Sancho III el
mayor. Y se asume la tesis misma del reparto de Carlomagno, cuando no es tal.
El rey Sancho da el mayorazgo al primogénito y a sus otros dos vástagos las
tenencias de las otras dos coronas, las de castilla y aragón. Al estilo de la
corona dual Austro-Húngara. Pero posteriormente se dió la batalla de Atapuerca
donde murió el Rey navarro, y Castilla aprovechó para asumir su nueva
independencia. A continuación, León acabó imponiendo su sistema jurídico
político a Castilla, que era foral, como derivada póstuma del originario
derecho pirenáico, en los siglos posteriores, regidores de los designios en el
Señorío de Bizkaia y el Reino de Navarra. La guerra de las comunidades, la de
los comuneros, fue el canto de cisne de dicha realidad que se acababa. Aunque
tardó mucho más tiempo en imponerse al otro reino, el de la corona de aragón.
Hasta la guerra de 1714, inmediatamente posterior a la de sucesión.
Como
afirma Joxe Azurmendi en su libro “Los Españoles y los euskaldunes”, en el
siglo XVI, en pleno renacimiento (en europa, no en españa) se plantaron las
semillas que los borbones y, posteriormente, la pepa, acabarían por buscar
socavar, progresivamente, las realidades forales en esa entidad llamada España.
Las españas. Porque como dice el carlista Jose Antonio Ullate Fabo en
“Españoles que no pudieron serlo” fue ese el factor clave en el siglo XIX para
la pérdida de los territorios americanos, que eran parte integral de las
españas como lo dice el propio artículo 10 de la constitución de cádiz de 1812
(por lo demás, anti – foral y anti – española). Como se ha pretendido comentar,
el tema viene de larga data, y puede ser complicado de revertir. Aunque, como
todo lo hecho por el hombre, puede hacerse, con voluntad. Voluntad de ver que
las sociedades no necesitan tener una única realidad administrativa, una sóla
lengua, un sólo Dios, una sóla nación, una sóla ley. Reconocer lo que es
natural en lo estrucural es algo que debería ser de sentido común aceptado y
naturalizado en la forma del estado. Las comunidades naturales tienen derecho a
perseguir el mantenimiento actual y futuro de su realidad, tanto cultural como
política como jurídico-administrativa. Y la pregunta que cabe hacerse, en el
caso catalán como en el de las otras naciones que integran el estado español es
… quiere el estado español ser un estado para la nación catalana? Si la
respuesta es que si, se puede negociar, bilateralmente, un acuerdo para el
futuro de las próximas generaciones. Si la respuesta es que no, lo más probable
es que se vea una nueva Holanda o una nueva Argentina. Ahí está el desafío. Ir
contra la historia para lograr un futuro mejor.
Juan karlos pérez álvarez / l. D.
16 de septiembre de 2015
![]() |
Reinos, Señoríos y Principados de las Españas en 1684 |
Casi
todos sabemos que el imperio romano era un imperio basado en la ampliación por
consenso sobre unas bases de dominación, y aquellos pueblos que no asumían el
nuevo status eran pasto de la aniquilación por parte de las legiones. Suele
decirse lo de Hispania, pero aquel imperio no hacía distingo entre continentes,
la prueba está en que cuando se escindió, lo hizo entre oriente y occidente, no
entre la cuenca norte y sur del mediterráneo. Y en la Hispania, junto a la
Tarraconense estaba la Mauritania, en el actual Marruecos, Sahara y Mauritania.
Cuando llegaron los Visigodos (que, dicho sea de paso, la corrnisa cantábrica,
de una u otra manera, no llegaron a dominar, sea por los alanos o por los
vascones y el legendario lema domuit vasconum, que, excusatio non petita … que
heredaban todos los reyes godos … ) estos, para legitimar su poder, asumieron
las tesis de los romanos, y pretendieron una unidad peninsular que no se había
dado bajo Roma. (ver “Arquitectura de las naciones” y “El surco de Babel”,
ambos de Jon Nikolas).
Dicen
que en el año 711 se produjo la invasión árabe. Mentira. Había una guerra civil
dentro del bando visigótico, además de la permanente guerra del norte contra
los vascones. Los árabes apoyaron un bando. Y se quedaron. Y se refugiaron en
Asturias. Posteriormente, a finales del siglo XIII, un obispo de Oviedo se
inventó la documentación pertinente sobre el fantasioso Reino de Asturias que
recogía la aspiración visigótica de mantener vivo el espíritu de la
jurisprudencia romana. Tal y como los godos la interpretaron. Y de Asturias se
pasó al Reino de León, que, posteriormente acabaría fusionado con el Reino de
Castilla. Es interesante porque el Reino de Castilla viene de una escisión en
el siglo XI del Reino de Navarra. Y es que en el año 1033 muere Sancho III el
mayor. Y se asume la tesis misma del reparto de Carlomagno, cuando no es tal.
El rey Sancho da el mayorazgo al primogénito y a sus otros dos vástagos las
tenencias de las otras dos coronas, las de castilla y aragón. Al estilo de la
corona dual Austro-Húngara. Pero posteriormente se dió la batalla de Atapuerca
donde murió el Rey navarro, y Castilla aprovechó para asumir su nueva
independencia. A continuación, León acabó imponiendo su sistema jurídico
político a Castilla, que era foral, como derivada póstuma del originario
derecho pirenáico, en los siglos posteriores, regidores de los designios en el
Señorío de Bizkaia y el Reino de Navarra. La guerra de las comunidades, la de
los comuneros, fue el canto de cisne de dicha realidad que se acababa. Aunque
tardó mucho más tiempo en imponerse al otro reino, el de la corona de aragón.
Hasta la guerra de 1714, inmediatamente posterior a la de sucesión.
Como
afirma Joxe Azurmendi en su libro “Los Españoles y los euskaldunes”, en el
siglo XVI, en pleno renacimiento (en europa, no en españa) se plantaron las
semillas que los borbones y, posteriormente, la pepa, acabarían por buscar
socavar, progresivamente, las realidades forales en esa entidad llamada España.
Las españas. Porque como dice el carlista Jose Antonio Ullate Fabo en
“Españoles que no pudieron serlo” fue ese el factor clave en el siglo XIX para
la pérdida de los territorios americanos, que eran parte integral de las
españas como lo dice el propio artículo 10 de la constitución de cádiz de 1812
(por lo demás, anti – foral y anti – española). Como se ha pretendido comentar,
el tema viene de larga data, y puede ser complicado de revertir. Aunque, como
todo lo hecho por el hombre, puede hacerse, con voluntad. Voluntad de ver que
las sociedades no necesitan tener una única realidad administrativa, una sóla
lengua, un sólo Dios, una sóla nación, una sóla ley. Reconocer lo que es
natural en lo estrucural es algo que debería ser de sentido común aceptado y
naturalizado en la forma del estado. Las comunidades naturales tienen derecho a
perseguir el mantenimiento actual y futuro de su realidad, tanto cultural como
política como jurídico-administrativa. Y la pregunta que cabe hacerse, en el
caso catalán como en el de las otras naciones que integran el estado español es
… quiere el estado español ser un estado para la nación catalana? Si la
respuesta es que si, se puede negociar, bilateralmente, un acuerdo para el
futuro de las próximas generaciones. Si la respuesta es que no, lo más probable
es que se vea una nueva Holanda o una nueva Argentina. Ahí está el desafío. Ir
contra la historia para lograr un futuro mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario