La "Operación Reconquista" y el acta fundacional de las tramas antiterroristas
La fuente es de "Interior" narrada por Santiago Belloch
SANTIAGO BELLOCH/L.D.
21 de agosto de 2015
9
de mayo de 1.976: 3 muertos y varios heridos
Revisé
diversas fuentes documentales sobre los trágicos sucesos de
Montejurra. De muchas de ellas se intuía la necesaria intervención
de órganos de la Seguridad del Estado en la preparación y
desarrollo de los acontecimientos.
Los
hechos se produjeron en el entorno de la tradicional "romería"
de los carlistas en Montejurra. La intervención programada de grupos
parafascistas convirtió la romería en una masacre. Despertó mi
interés por el caso Montejurra la presencia masiva de grupos ultras
de todo tipo y procedencia, incluidos algunos de los más conocidos
activistas de la Internacional Fascista. Me resultaba increíble que
semejante concentración pública se hubiese podido producir sin el
conocimiento de las Fuerzas de Seguridad y de los servicios de
información de la Presidencia de Gobierno.
Conversaciones
con personas que estuvieron ese día en Montejurra no hicieron más
que confirmar mi criterio de que tras los hechos, aparentemente
anárquicos, existía una planificación meditada y cara. Había
implicada una excelente logística que incluía transportes,
alimentación, alojamientos, armamento, medios técnicos de
comunicación y sobre todo, coordinación, una coordinación de aire
inconfundiblemente profesional.
La
imagen del ultra argentino Rodolfo Almirón y de un señor muy serio
que identifiqué con relativa dificultad como Arturo Márquez de
Prado fueron los primeros detalles que quise investigar. El apellido
Márquez de Prado estaba de moda en España. Una fiscal del mismo
apellido triunfaba con tesis y actitudes propias de una cultura
autoritaria. Establecí la conexión familiar entre ambos... Pero eso
no me llevó a ningún sitio, excepto ala constatación de que u
tercer miembro de la familia, Fernando Cota y Márquez de Prado, se
situaba en los más altos niveles de la Justicia: en la Sala Segunda
-de lo Penal- del Tribunal Supremo. No creo que esta circunstancia
tuviese nada que ver con la predilección que mostró Mario Conde por
ver al magistrado Cota instalado en la presidencia de la Sala.
Pude
comprobar la posterior ocupación de Rodolfo Almirón -que aparece en
varias fotos conocidas de los sucesos- como guardaespaldas de Manuel
Fraga. Un error lo comete cualquiera. Pensé. No me gustó el hecho
de que en el momento de los sucesos de Montejurra, Fraga fuese
ministro de la Gobernación. Se le debe suponer un alto grado de
información de lo que allí pasó y de sus protagonistas.
Pero
fue otro el que capto mi atención: el de un mercenario que a lo
largo de diez años (1974-1984) ocupó un puesto clave en los
operativos del frente ilegal -conocido como "guerra sucia"-
contra ETA: Jean Pierre Cherid. Bajo diferentes siglas, ATE, BVE,
AAA, y GAL, dirigió y ejecutó atentados, a menudo mortales, contra
terroristas y miembros del entorno radical.
Fue
a finales de 1977 cuando conseguí el testimonio definitivo, el del
entonces general de brigada y jefe del Estado Mayor de la Guardia
Civil, José Antonio Sáenz de Santamaría. Tras varias
conversaciones -todas ellas grabadas- el general me explicó, después
de consultar sus archivos, la verdadera historia de la conocida
operación Reconquista. Esta es su versión, de la que me pasó una
copia manuscrita, como protagonista directo de los hechos.
Versión
corregida del texto facilitado por el general Sáenz de Santamaría
ANTECEDENTES
El
Partido Carlista había experimentado una significativa evolución
hacia la Democracia en los últimos años del franquismo (Tras una
larga lucha contra el elemento integrista infiltrado Don Carlos Hugo
los había expulsado del partido -nota mía aclaratoria-) Cada año,
la concentración carlista en Montejurra fue adquiriendo un carácter
reivindicativo hasta llegar a convertirse en punto de encuentro de
las fuerzas progresistas estatales. El acto se autorizaba como
celebración religiosa legalizada.
Posteriormente
a la muerte de Franco, la presión de elementos ultraderechistas
apoyados por medios como El Alcázar,
y dirigentes del Partido Carlista de la facción de don Sixto de
Borbón, conocido por sus posiciones de carácter fascista y opuesto
al pretendiente Carlos Hugo, consiguieron la colaboración de
servicios de la Seguridad del Estado. Entre los hombres clave de esa
decisión estaban José Arturo Márquez de Prado, Antonio María de
Oriol y Urquijo, a la sazón presidente del Consejo de Estado (y
conocido monárquico Juanista) y el general Campano, entonces
director de la Guardia Civil.
Bajo
la intención genérica de "reconquistar Montejurra" y
arrebatarla a los que calificaban de rojos-marxistas, consiguieron
que el Gobierno Arias-Fraga tomase en consideración la propuesta de
organizar la operación tendente a dicha "reconquista". La
operación recibió el nombre clave de "operación Reconquista".
Para
ello se establecieron contactos entre organismos como el SECED
(Servicio Central de Documentación de la Presidencia del Gobierno y
antecedente del actual CESID), la Guardia Civil y dirigentes del
Partido Carlista ya citados (Los integristas). El CESED, que fue
fundado por Carrero Blanco, estaba dirigido en aquel momento por el
general Juan Valverde. Las reuniones fueron coordinadas por el propio
Ministerio de la Gobernación, cuyo titular era Manuel Fraga.
ORGANIZACION
Se
adoptaron medidas tendentes a dar la impresión de que se trataba de
una reconquista civil de los verdaderos Requetés, fieles a la
tradición, que con su "fortaleza moral y política" -como
diría después el diario ultra El
Alcázar- habían rechazado a los
traidores de la verdadera ideología carlista.
Para
lograrlo, el Gobierno encargó al SECED la propaganda del acto,
concentrando a simpatizantes en la zona de Montejurra -monasterio de
Irache- a base de ofrecimientos económicos y de facilitar medios de
transporte.
Asimismo
se repartieron por el servicio citado -el SECED- gran cantidad de
bastones y cachabas con objeto, decían, de facilitarles la subida al
cerro. Estaba claro que eran para ser empleados en la agresión
prevista.
La
financiación de la operación corría a cargo del señor Oriol y
Urquijo, quien depositó en diversas entidades bancarias de
Santander, Vitoria, Logroño, Pamplona y Burgos, cantidades
destinadas a sufragar los desplazamientos de los simpatizantes.
Por
otra parte, organizaciones ultraderechistas como los Guerrilleros de
Cristo Rey
-de
Sánchez Covisa, Fuerza Nueva y otras, contactaron con miembros de la
Internacional Fascista italiana, con la Triple A argentina y otras
organizaciones similares. Esto posibilitó que acudiesen a Montejurra
conocidos miembros del fascismo italiano como Stéfano della Chiave.
Augusto Chanchi y el argentino Rodolfo Almirón, que más tarde sería
escolta de Manuel Fraga. En Montejurra apareció por primera vez el
mercenario Jean Pierre Cherid.
La
Guardia Civil se encontraba en esas fechas bajo la dirección del
teniente general Angel Campano y tenía como subdirector al general
de división Salvador Bujanda. Ambos eran miembros del Partido
Carlista y mantenían una estrecha relación de amistad con Arturo
Márquez de Prado, principal dirigente de dicho partido. (Nota estos
señores, conocidos franquistas y ultraderechistas, habían sido
expulsados del Partido Carlista hacía ya varios años)
Eso
hizo que el señor Márquez de Prado estuviese los días precedentes
al acto de Montejurra en la Dirección General con frecuencia
exagerada y participando incluso en reuniones del director general
con su Estado Mayor y mandos implicados en la organización de los
actos.
El
señor Márquez de Prado solicitó para sus militantes, que iban a
concentrarse en la cima del monte con anterioridad, que la Guardia
Civil les dotase de radio teléfonos y les facilitara armamento
pesado: ametralladoras.
El
jefe del Estado Mayor de la dirección, a la sazón el entonces
general de brigada José Antonio Sáenz de Santamaría, se opuso
rotundamente a esas peticiones y logró que el director general
Campano no accediera a las mismas, limitándose la ayuda al envío de
un destacamento uniformado de la Comandancia Móvil de Madrid que se
instaló, con anterioridad al domingo 9 de mayo, en la cumbre de
Montejurra y en la falda del monte, en las proximidades del
monasterio de Irache.
Estas
fuerzas fueron las que, en definitiva, consiguieron restablecer la
situación tras los enfrentamientos que tuvieron lugar el citado
domingo 9 de mayo y a los que haremos referencia en los siguientes
apartados. (Nota.- En la cima del monte fue asesinado Aniano Giménez
Santos por disparos de una ametralladora pesada. Si allí se
encontraba la Guardia Civil de la Unidad Móvil -que más tarde
participaría en el Tejerazo- ¿Quién disparó? La Guardia Incivil
protegió y amparo a los asesinos y en ningún momento intervino para
proteger a las víctimas)
DESARROLLO
DE LOS ACONTECIMIENTOS
Durante
la noche del 8 al 9 de mayo los elementos reclutados por la
ultraderecha se desplazaron a la cima del monte, donde se apostaron.
Cuando
los Carlistas partidarios de Carlos Hugo estaban ya en la mañana del
día 9, a punto de alcanzar la cima, se encontraron con el grupo de
ultraderechistas partidarios de Sixto, el hermano de Carlos Hugo.
Estos
componentes del bando de Sixto abrieron fuego sobre los que llegaban,
produciéndose un tiroteo de armas cortas, pistolas. En el tiroteo
resultaron dos muertos y varios heridos.
Uno
de los muertos fue Ricardo García Pellejero, que fue alcanzado por
un disparo efectuado por "el hombre de la gabardina",
vestido con una larga gabardina, boina colorada y una pistola en la
mano. Fue posteriormente identificado como Martín García Verde,
comandante retirado del Ejército. Hubo además tres heridos graves y
varios leves. Uno de los heridos graves, Aniano Giménez Santos,
falleció cuatro días más tarde. (Nota.- Ricardo García Pellejero
murió a la entrada del monasterio de Irache y no en la cima de
Montejurra, los carlistas estaban desarmados y, por lo tanto
incapaces de repeler la agresión)
REPERCUSIONES
DE LOS HECHOS
Hubo
tres detenidos y procesados:
-Martín
García Verde fue detenido en Huelva por la Guardia Civil. Era
comandante retirado.
-Arturo
Márquez de Prado fue detenido e ingresado en la cárcel de Pamplona.
-Francisco
Carreras fue detenido e ingresado en la cárcel de Pamplona.
El
primero acusado de la muerte de Ricardo García Pellejero. Los otros
dos fueron acusados como dirigentes de la acción violenta del día
9. El dirigente Sixto de Borbón fue expulsado de España por el
Gobierno, sin permitirse que el juez le tomara declaración.
A
los siete meses de su procesamiento, los tres se acogieron a la
amnistía por considerarse los hechos como " delito político".
La justicia, con carácter general, mostró muy poco interés en el
esclarecimiento de los hechos.
CONCLUSIONES
-
Actitud
de Fraga
El
día en que sucedieron los hechos, Fraga no se encontraba en España,
pues estaba de viaje oficial en el extranjero. Como se encargó
repetidamente de expresar ante los periodistas, estaba encargado de
los asuntos de su departamento el entonces ministro secretario
general del Movimiento, don Adolfo Suárez.
El
señor Fraga, no obstante, y de manera más bien tibia, asumió la
responsabilidad, pero minimizando los hechos que calificó como "una
triste pelea entre hermanos".
Ahora
bien, en la preparación de la denominada operación Reconquista y en
su disposición a apoyar a la ultraderecha en las movilizaciones
previas, se mostró interesado.
-
Inicio
de acciones antiterroristas
La
conjunción de los distintos elementos que formaron la trama de esta
operación es el primer paso de lo que durante la Transición
constituyó el núcleo de las operaciones de la llamada "guerra
sucia" contraterrorista.
Así,
vemos que formaron parte de la operación:
-Militares
descontentos de la reforma democrática del Régimen.
-Partidos
ultraderechistas residuales: Fuerza Nueva, Partido Carlista Oficial.
-Activistas
violentos de estos partidos: AAA, Batallón Vasco Español,
Guerrilleros de Cristo Rey.
-Mercenarios
reclutados de los partidos ultras extranjeros: PIDE portugués,
Triple A argentina. Etc.
-Miembros
aislados de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que, por su
ideología, no encajaron la reforma del Régimen.
Todo
este entramado operó de alguna forma apoyado, directa o
indirectamente, por los aparatos del Estado en todas sus acciones de
lucha antiterrorista durante los años setenta y ochenta, en lo que
vino a llamarse Grupos Antiterroristas de Liberación y sin que
hubiese solución de continuidad entre los mismos.
Hasta
aquí el texto facilitado por el general Sáenz de Santamaría. El
general participó, como jefe de Estado Mayor de la Guardia Civil, en
las reuniones preparatorias de la operación. Es un testigo
presencial, un protagonista directo. Su testimonio cierra el círculo
lógico que se desprendía del análisis de los hechos conocidos.
A
efectos prácticos, la operación Reconquista de Montejurra fue el
ensayo general de la intervención de órganos de la Seguridad del
Estado en actividades ilegales ligadas a la lucha antiterrorista.
Lo
singular de esta operación radica en que se utilizaron técnicas de
"guerra sucia" en una maniobra de claro corte
involucionista. Pocas veces más se haría así. Meses después se
iniciaban las primeras "conjuras de salón" -o de
cafetería- entre oficiales y jefes militares descontentos y sectores
ultras de la sociedad civil. Este sería el modelo golpista hasta
finales de 1985, año en que se realizó la última intentona de
golpe de Estado.
Lo
revelador es la presencia de Jean Pierre Cherid y el "esquema
operativo" que siguió, un verdadero anticipo de lo que sería
el frente ilegal -la "guerra sucia"- contra ETA hasta la
llegada de Antonio Ibáñez Freire al Ministerio del Interior y,
sobre todo, a partir de él.
-----------------------------------------------------
DE
LA DECLARACION DE SAENZ DE SANTAMARIA SE CONSTATA LA INTENCION DE
"SALVAR SU CULO" DE LA QUEMA. TODOS LOS ULTRAS LOS QUE
LLAMA CARLISTAS NO PERTENECIAN YA AL PARTIDO. FUE UNA CONJURA MUCHO
MAS PROFUNDA. NO PODIAN CONSENTIR UN CARLISMO SOCIALISTA,
AUTOGESTIONARIO, Y CRISTIANO, TRATARON NUEVAMENTE, DE INVOLUCRAR AL
PUEBLO CARLISTA EN LOS INTERESES LIBERAL-CAPITALISTAS Y EN LA
INVOLUCION. LA ULTRADERECHA NECESITABA DE NUESTRA GENTE PARA LA
CONTINUIDAD DEL REGIMEN, ELLOS JAMAS HAN SIDO UN PARTIDO DE MASAS Y
CREIAN PODER INVOLUCRARNOS EN UNA LUCHA QUE YA NO ERA NUESTRA. HABIAN
DESAPARECIDO LOS CONDICIONANTES DE LA GUERRA CIVIL Y EL PELIGRO DE
SOVIETIZACION DE ESPAÑA.
EUDO
SANTIAGO BELLOCH/L.D.
21 de agosto de 2015
9
de mayo de 1.976: 3 muertos y varios heridos
Revisé
diversas fuentes documentales sobre los trágicos sucesos de
Montejurra. De muchas de ellas se intuía la necesaria intervención
de órganos de la Seguridad del Estado en la preparación y
desarrollo de los acontecimientos.
Los
hechos se produjeron en el entorno de la tradicional "romería"
de los carlistas en Montejurra. La intervención programada de grupos
parafascistas convirtió la romería en una masacre. Despertó mi
interés por el caso Montejurra la presencia masiva de grupos ultras
de todo tipo y procedencia, incluidos algunos de los más conocidos
activistas de la Internacional Fascista. Me resultaba increíble que
semejante concentración pública se hubiese podido producir sin el
conocimiento de las Fuerzas de Seguridad y de los servicios de
información de la Presidencia de Gobierno.
Conversaciones
con personas que estuvieron ese día en Montejurra no hicieron más
que confirmar mi criterio de que tras los hechos, aparentemente
anárquicos, existía una planificación meditada y cara. Había
implicada una excelente logística que incluía transportes,
alimentación, alojamientos, armamento, medios técnicos de
comunicación y sobre todo, coordinación, una coordinación de aire
inconfundiblemente profesional.
La
imagen del ultra argentino Rodolfo Almirón y de un señor muy serio
que identifiqué con relativa dificultad como Arturo Márquez de
Prado fueron los primeros detalles que quise investigar. El apellido
Márquez de Prado estaba de moda en España. Una fiscal del mismo
apellido triunfaba con tesis y actitudes propias de una cultura
autoritaria. Establecí la conexión familiar entre ambos... Pero eso
no me llevó a ningún sitio, excepto ala constatación de que u
tercer miembro de la familia, Fernando Cota y Márquez de Prado, se
situaba en los más altos niveles de la Justicia: en la Sala Segunda
-de lo Penal- del Tribunal Supremo. No creo que esta circunstancia
tuviese nada que ver con la predilección que mostró Mario Conde por
ver al magistrado Cota instalado en la presidencia de la Sala.
Pude
comprobar la posterior ocupación de Rodolfo Almirón -que aparece en
varias fotos conocidas de los sucesos- como guardaespaldas de Manuel
Fraga. Un error lo comete cualquiera. Pensé. No me gustó el hecho
de que en el momento de los sucesos de Montejurra, Fraga fuese
ministro de la Gobernación. Se le debe suponer un alto grado de
información de lo que allí pasó y de sus protagonistas.
Pero
fue otro el que capto mi atención: el de un mercenario que a lo
largo de diez años (1974-1984) ocupó un puesto clave en los
operativos del frente ilegal -conocido como "guerra sucia"-
contra ETA: Jean Pierre Cherid. Bajo diferentes siglas, ATE, BVE,
AAA, y GAL, dirigió y ejecutó atentados, a menudo mortales, contra
terroristas y miembros del entorno radical.
Fue
a finales de 1977 cuando conseguí el testimonio definitivo, el del
entonces general de brigada y jefe del Estado Mayor de la Guardia
Civil, José Antonio Sáenz de Santamaría. Tras varias
conversaciones -todas ellas grabadas- el general me explicó, después
de consultar sus archivos, la verdadera historia de la conocida
operación Reconquista. Esta es su versión, de la que me pasó una
copia manuscrita, como protagonista directo de los hechos.
Versión
corregida del texto facilitado por el general Sáenz de Santamaría
ANTECEDENTES
El
Partido Carlista había experimentado una significativa evolución
hacia la Democracia en los últimos años del franquismo (Tras una
larga lucha contra el elemento integrista infiltrado Don Carlos Hugo
los había expulsado del partido -nota mía aclaratoria-) Cada año,
la concentración carlista en Montejurra fue adquiriendo un carácter
reivindicativo hasta llegar a convertirse en punto de encuentro de
las fuerzas progresistas estatales. El acto se autorizaba como
celebración religiosa legalizada.
Posteriormente
a la muerte de Franco, la presión de elementos ultraderechistas
apoyados por medios como El Alcázar,
y dirigentes del Partido Carlista de la facción de don Sixto de
Borbón, conocido por sus posiciones de carácter fascista y opuesto
al pretendiente Carlos Hugo, consiguieron la colaboración de
servicios de la Seguridad del Estado. Entre los hombres clave de esa
decisión estaban José Arturo Márquez de Prado, Antonio María de
Oriol y Urquijo, a la sazón presidente del Consejo de Estado (y
conocido monárquico Juanista) y el general Campano, entonces
director de la Guardia Civil.
Bajo
la intención genérica de "reconquistar Montejurra" y
arrebatarla a los que calificaban de rojos-marxistas, consiguieron
que el Gobierno Arias-Fraga tomase en consideración la propuesta de
organizar la operación tendente a dicha "reconquista". La
operación recibió el nombre clave de "operación Reconquista".
Para
ello se establecieron contactos entre organismos como el SECED
(Servicio Central de Documentación de la Presidencia del Gobierno y
antecedente del actual CESID), la Guardia Civil y dirigentes del
Partido Carlista ya citados (Los integristas). El CESED, que fue
fundado por Carrero Blanco, estaba dirigido en aquel momento por el
general Juan Valverde. Las reuniones fueron coordinadas por el propio
Ministerio de la Gobernación, cuyo titular era Manuel Fraga.
ORGANIZACION
Se
adoptaron medidas tendentes a dar la impresión de que se trataba de
una reconquista civil de los verdaderos Requetés, fieles a la
tradición, que con su "fortaleza moral y política" -como
diría después el diario ultra El
Alcázar- habían rechazado a los
traidores de la verdadera ideología carlista.
Para
lograrlo, el Gobierno encargó al SECED la propaganda del acto,
concentrando a simpatizantes en la zona de Montejurra -monasterio de
Irache- a base de ofrecimientos económicos y de facilitar medios de
transporte.
Asimismo
se repartieron por el servicio citado -el SECED- gran cantidad de
bastones y cachabas con objeto, decían, de facilitarles la subida al
cerro. Estaba claro que eran para ser empleados en la agresión
prevista.
La
financiación de la operación corría a cargo del señor Oriol y
Urquijo, quien depositó en diversas entidades bancarias de
Santander, Vitoria, Logroño, Pamplona y Burgos, cantidades
destinadas a sufragar los desplazamientos de los simpatizantes.
Por
otra parte, organizaciones ultraderechistas como los Guerrilleros de
Cristo Rey
-de
Sánchez Covisa, Fuerza Nueva y otras, contactaron con miembros de la
Internacional Fascista italiana, con la Triple A argentina y otras
organizaciones similares. Esto posibilitó que acudiesen a Montejurra
conocidos miembros del fascismo italiano como Stéfano della Chiave.
Augusto Chanchi y el argentino Rodolfo Almirón, que más tarde sería
escolta de Manuel Fraga. En Montejurra apareció por primera vez el
mercenario Jean Pierre Cherid.
La
Guardia Civil se encontraba en esas fechas bajo la dirección del
teniente general Angel Campano y tenía como subdirector al general
de división Salvador Bujanda. Ambos eran miembros del Partido
Carlista y mantenían una estrecha relación de amistad con Arturo
Márquez de Prado, principal dirigente de dicho partido. (Nota estos
señores, conocidos franquistas y ultraderechistas, habían sido
expulsados del Partido Carlista hacía ya varios años)
Eso
hizo que el señor Márquez de Prado estuviese los días precedentes
al acto de Montejurra en la Dirección General con frecuencia
exagerada y participando incluso en reuniones del director general
con su Estado Mayor y mandos implicados en la organización de los
actos.
El
señor Márquez de Prado solicitó para sus militantes, que iban a
concentrarse en la cima del monte con anterioridad, que la Guardia
Civil les dotase de radio teléfonos y les facilitara armamento
pesado: ametralladoras.
El
jefe del Estado Mayor de la dirección, a la sazón el entonces
general de brigada José Antonio Sáenz de Santamaría, se opuso
rotundamente a esas peticiones y logró que el director general
Campano no accediera a las mismas, limitándose la ayuda al envío de
un destacamento uniformado de la Comandancia Móvil de Madrid que se
instaló, con anterioridad al domingo 9 de mayo, en la cumbre de
Montejurra y en la falda del monte, en las proximidades del
monasterio de Irache.
Estas
fuerzas fueron las que, en definitiva, consiguieron restablecer la
situación tras los enfrentamientos que tuvieron lugar el citado
domingo 9 de mayo y a los que haremos referencia en los siguientes
apartados. (Nota.- En la cima del monte fue asesinado Aniano Giménez
Santos por disparos de una ametralladora pesada. Si allí se
encontraba la Guardia Civil de la Unidad Móvil -que más tarde
participaría en el Tejerazo- ¿Quién disparó? La Guardia Incivil
protegió y amparo a los asesinos y en ningún momento intervino para
proteger a las víctimas)
DESARROLLO
DE LOS ACONTECIMIENTOS
Durante
la noche del 8 al 9 de mayo los elementos reclutados por la
ultraderecha se desplazaron a la cima del monte, donde se apostaron.
Cuando
los Carlistas partidarios de Carlos Hugo estaban ya en la mañana del
día 9, a punto de alcanzar la cima, se encontraron con el grupo de
ultraderechistas partidarios de Sixto, el hermano de Carlos Hugo.
Estos
componentes del bando de Sixto abrieron fuego sobre los que llegaban,
produciéndose un tiroteo de armas cortas, pistolas. En el tiroteo
resultaron dos muertos y varios heridos.
Uno
de los muertos fue Ricardo García Pellejero, que fue alcanzado por
un disparo efectuado por "el hombre de la gabardina",
vestido con una larga gabardina, boina colorada y una pistola en la
mano. Fue posteriormente identificado como Martín García Verde,
comandante retirado del Ejército. Hubo además tres heridos graves y
varios leves. Uno de los heridos graves, Aniano Giménez Santos,
falleció cuatro días más tarde. (Nota.- Ricardo García Pellejero
murió a la entrada del monasterio de Irache y no en la cima de
Montejurra, los carlistas estaban desarmados y, por lo tanto
incapaces de repeler la agresión)
REPERCUSIONES
DE LOS HECHOS
Hubo
tres detenidos y procesados:
-Martín
García Verde fue detenido en Huelva por la Guardia Civil. Era
comandante retirado.
-Arturo
Márquez de Prado fue detenido e ingresado en la cárcel de Pamplona.
-Francisco
Carreras fue detenido e ingresado en la cárcel de Pamplona.
El
primero acusado de la muerte de Ricardo García Pellejero. Los otros
dos fueron acusados como dirigentes de la acción violenta del día
9. El dirigente Sixto de Borbón fue expulsado de España por el
Gobierno, sin permitirse que el juez le tomara declaración.
A
los siete meses de su procesamiento, los tres se acogieron a la
amnistía por considerarse los hechos como " delito político".
La justicia, con carácter general, mostró muy poco interés en el
esclarecimiento de los hechos.
CONCLUSIONES
- Actitud de Fraga
El
día en que sucedieron los hechos, Fraga no se encontraba en España,
pues estaba de viaje oficial en el extranjero. Como se encargó
repetidamente de expresar ante los periodistas, estaba encargado de
los asuntos de su departamento el entonces ministro secretario
general del Movimiento, don Adolfo Suárez.
El
señor Fraga, no obstante, y de manera más bien tibia, asumió la
responsabilidad, pero minimizando los hechos que calificó como "una
triste pelea entre hermanos".
Ahora
bien, en la preparación de la denominada operación Reconquista y en
su disposición a apoyar a la ultraderecha en las movilizaciones
previas, se mostró interesado.
- Inicio de acciones antiterroristas
La
conjunción de los distintos elementos que formaron la trama de esta
operación es el primer paso de lo que durante la Transición
constituyó el núcleo de las operaciones de la llamada "guerra
sucia" contraterrorista.
Así,
vemos que formaron parte de la operación:
-Militares
descontentos de la reforma democrática del Régimen.
-Partidos
ultraderechistas residuales: Fuerza Nueva, Partido Carlista Oficial.
-Activistas
violentos de estos partidos: AAA, Batallón Vasco Español,
Guerrilleros de Cristo Rey.
-Mercenarios
reclutados de los partidos ultras extranjeros: PIDE portugués,
Triple A argentina. Etc.
-Miembros
aislados de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que, por su
ideología, no encajaron la reforma del Régimen.
Todo
este entramado operó de alguna forma apoyado, directa o
indirectamente, por los aparatos del Estado en todas sus acciones de
lucha antiterrorista durante los años setenta y ochenta, en lo que
vino a llamarse Grupos Antiterroristas de Liberación y sin que
hubiese solución de continuidad entre los mismos.
Hasta
aquí el texto facilitado por el general Sáenz de Santamaría. El
general participó, como jefe de Estado Mayor de la Guardia Civil, en
las reuniones preparatorias de la operación. Es un testigo
presencial, un protagonista directo. Su testimonio cierra el círculo
lógico que se desprendía del análisis de los hechos conocidos.
A
efectos prácticos, la operación Reconquista de Montejurra fue el
ensayo general de la intervención de órganos de la Seguridad del
Estado en actividades ilegales ligadas a la lucha antiterrorista.
Lo
singular de esta operación radica en que se utilizaron técnicas de
"guerra sucia" en una maniobra de claro corte
involucionista. Pocas veces más se haría así. Meses después se
iniciaban las primeras "conjuras de salón" -o de
cafetería- entre oficiales y jefes militares descontentos y sectores
ultras de la sociedad civil. Este sería el modelo golpista hasta
finales de 1985, año en que se realizó la última intentona de
golpe de Estado.
Lo
revelador es la presencia de Jean Pierre Cherid y el "esquema
operativo" que siguió, un verdadero anticipo de lo que sería
el frente ilegal -la "guerra sucia"- contra ETA hasta la
llegada de Antonio Ibáñez Freire al Ministerio del Interior y,
sobre todo, a partir de él.
-----------------------------------------------------
DE
LA DECLARACION DE SAENZ DE SANTAMARIA SE CONSTATA LA INTENCION DE
"SALVAR SU CULO" DE LA QUEMA. TODOS LOS ULTRAS LOS QUE
LLAMA CARLISTAS NO PERTENECIAN YA AL PARTIDO. FUE UNA CONJURA MUCHO
MAS PROFUNDA. NO PODIAN CONSENTIR UN CARLISMO SOCIALISTA,
AUTOGESTIONARIO, Y CRISTIANO, TRATARON NUEVAMENTE, DE INVOLUCRAR AL
PUEBLO CARLISTA EN LOS INTERESES LIBERAL-CAPITALISTAS Y EN LA
INVOLUCION. LA ULTRADERECHA NECESITABA DE NUESTRA GENTE PARA LA
CONTINUIDAD DEL REGIMEN, ELLOS JAMAS HAN SIDO UN PARTIDO DE MASAS Y
CREIAN PODER INVOLUCRARNOS EN UNA LUCHA QUE YA NO ERA NUESTRA. HABIAN
DESAPARECIDO LOS CONDICIONANTES DE LA GUERRA CIVIL Y EL PELIGRO DE
SOVIETIZACION DE ESPAÑA.
EUDO
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