La "Operación Reconquista" y el acta fundacional de las tramas antiterroristas
La fuente es de "Interior" narrada por Santiago Belloch
SANTIAGO BELLOCH/L.D.
21 de agosto de 2015
9
de mayo de 1.976: 3 muertos y varios heridos
Revisé
diversas fuentes documentales sobre los trágicos sucesos de
Montejurra. De muchas de ellas se intuía la necesaria intervención
de órganos de la Seguridad del Estado en la preparación y
desarrollo de los acontecimientos.
Los
hechos se produjeron en el entorno de la tradicional "romería"
de los carlistas en Montejurra. La intervención programada de grupos
parafascistas convirtió la romería en una masacre. Despertó mi
interés por el caso Montejurra la presencia masiva de grupos ultras
de todo tipo y procedencia, incluidos algunos de los más conocidos
activistas de la Internacional Fascista. Me resultaba increíble que
semejante concentración pública se hubiese podido producir sin el
conocimiento de las Fuerzas de Seguridad y de los servicios de
información de la Presidencia de Gobierno.
Conversaciones
con personas que estuvieron ese día en Montejurra no hicieron más
que confirmar mi criterio de que tras los hechos, aparentemente
anárquicos, existía una planificación meditada y cara. Había
implicada una excelente logística que incluía transportes,
alimentación, alojamientos, armamento, medios técnicos de
comunicación y sobre todo, coordinación, una coordinación de aire
inconfundiblemente profesional.
La
imagen del ultra argentino Rodolfo Almirón y de un señor muy serio
que identifiqué con relativa dificultad como Arturo Márquez de
Prado fueron los primeros detalles que quise investigar. El apellido
Márquez de Prado estaba de moda en España. Una fiscal del mismo
apellido triunfaba con tesis y actitudes propias de una cultura
autoritaria. Establecí la conexión familiar entre ambos... Pero eso
no me llevó a ningún sitio, excepto ala constatación de que u
tercer miembro de la familia, Fernando Cota y Márquez de Prado, se
situaba en los más altos niveles de la Justicia: en la Sala Segunda
-de lo Penal- del Tribunal Supremo. No creo que esta circunstancia
tuviese nada que ver con la predilección que mostró Mario Conde por
ver al magistrado Cota instalado en la presidencia de la Sala.
Pude
comprobar la posterior ocupación de Rodolfo Almirón -que aparece en
varias fotos conocidas de los sucesos- como guardaespaldas de Manuel
Fraga. Un error lo comete cualquiera. Pensé. No me gustó el hecho
de que en el momento de los sucesos de Montejurra, Fraga fuese
ministro de la Gobernación. Se le debe suponer un alto grado de
información de lo que allí pasó y de sus protagonistas.
Pero
fue otro el que capto mi atención: el de un mercenario que a lo
largo de diez años (1974-1984) ocupó un puesto clave en los
operativos del frente ilegal -conocido como "guerra sucia"-
contra ETA: Jean Pierre Cherid. Bajo diferentes siglas, ATE, BVE,
AAA, y GAL, dirigió y ejecutó atentados, a menudo mortales, contra
terroristas y miembros del entorno radical.
Fue
a finales de 1977 cuando conseguí el testimonio definitivo, el del
entonces general de brigada y jefe del Estado Mayor de la Guardia
Civil, José Antonio Sáenz de Santamaría. Tras varias
conversaciones -todas ellas grabadas- el general me explicó, después
de consultar sus archivos, la verdadera historia de la conocida
operación Reconquista. Esta es su versión, de la que me pasó una
copia manuscrita, como protagonista directo de los hechos.
SANTIAGO BELLOCH/L.D.
21 de agosto de 2015
9
de mayo de 1.976: 3 muertos y varios heridos
Revisé
diversas fuentes documentales sobre los trágicos sucesos de
Montejurra. De muchas de ellas se intuía la necesaria intervención
de órganos de la Seguridad del Estado en la preparación y
desarrollo de los acontecimientos.
Los
hechos se produjeron en el entorno de la tradicional "romería"
de los carlistas en Montejurra. La intervención programada de grupos
parafascistas convirtió la romería en una masacre. Despertó mi
interés por el caso Montejurra la presencia masiva de grupos ultras
de todo tipo y procedencia, incluidos algunos de los más conocidos
activistas de la Internacional Fascista. Me resultaba increíble que
semejante concentración pública se hubiese podido producir sin el
conocimiento de las Fuerzas de Seguridad y de los servicios de
información de la Presidencia de Gobierno.
Conversaciones
con personas que estuvieron ese día en Montejurra no hicieron más
que confirmar mi criterio de que tras los hechos, aparentemente
anárquicos, existía una planificación meditada y cara. Había
implicada una excelente logística que incluía transportes,
alimentación, alojamientos, armamento, medios técnicos de
comunicación y sobre todo, coordinación, una coordinación de aire
inconfundiblemente profesional.
La
imagen del ultra argentino Rodolfo Almirón y de un señor muy serio
que identifiqué con relativa dificultad como Arturo Márquez de
Prado fueron los primeros detalles que quise investigar. El apellido
Márquez de Prado estaba de moda en España. Una fiscal del mismo
apellido triunfaba con tesis y actitudes propias de una cultura
autoritaria. Establecí la conexión familiar entre ambos... Pero eso
no me llevó a ningún sitio, excepto ala constatación de que u
tercer miembro de la familia, Fernando Cota y Márquez de Prado, se
situaba en los más altos niveles de la Justicia: en la Sala Segunda
-de lo Penal- del Tribunal Supremo. No creo que esta circunstancia
tuviese nada que ver con la predilección que mostró Mario Conde por
ver al magistrado Cota instalado en la presidencia de la Sala.
Pude
comprobar la posterior ocupación de Rodolfo Almirón -que aparece en
varias fotos conocidas de los sucesos- como guardaespaldas de Manuel
Fraga. Un error lo comete cualquiera. Pensé. No me gustó el hecho
de que en el momento de los sucesos de Montejurra, Fraga fuese
ministro de la Gobernación. Se le debe suponer un alto grado de
información de lo que allí pasó y de sus protagonistas.
Pero
fue otro el que capto mi atención: el de un mercenario que a lo
largo de diez años (1974-1984) ocupó un puesto clave en los
operativos del frente ilegal -conocido como "guerra sucia"-
contra ETA: Jean Pierre Cherid. Bajo diferentes siglas, ATE, BVE,
AAA, y GAL, dirigió y ejecutó atentados, a menudo mortales, contra
terroristas y miembros del entorno radical.
Fue
a finales de 1977 cuando conseguí el testimonio definitivo, el del
entonces general de brigada y jefe del Estado Mayor de la Guardia
Civil, José Antonio Sáenz de Santamaría. Tras varias
conversaciones -todas ellas grabadas- el general me explicó, después
de consultar sus archivos, la verdadera historia de la conocida
operación Reconquista. Esta es su versión, de la que me pasó una
copia manuscrita, como protagonista directo de los hechos.