Estas elecciones municipales han sido las más importantes desde las celebradas el 12 de abril de 1931, cuando el vuelco electoral en las grandes ciudades forzó el exilio de Alfonso "XIII" y provocó el advenimiento de la II República.
No parece que las celebradas el presente año vayan a tener unos efectos tan asombrosos, pero sin duda dejan herida de muerte la partitocracia, tan semejante al caciquista turno de partidos de hace 100 años que uno casi esperaría ver a Cánovas en el PP y a Sagasta en el PSOE.
JOSÉ ANTONIO SÁNCHEZ CABEZAS / L.D.
01 de junio de 2015
La
amenaza de los nuevos partidos, y especialmente del fenómeno Podemos
(ya que Ciudadanos no es más que una refundación del PP apenas
enmascarada para no heredar el odio concitado por su predecesor) ,
ya es una realidad, y el sistema de 1978 entra ahora realmente en
descomposición.
Por
supuesto, no se puede entender las victorias y ascensos de unos
partidos sin las derrotas y crisis de otros; la política nacional,
como cualquier sistema complejo, debe ser examinado en su conjunto si
quiere ser entendido. No obstante, y para mayor claridad, vamos a
examinar uno a uno los distintos partidos y su situación post
electoral:
PODEMOS:
LOS PELIGROS DE LA VICTORIA
Sin
duda, los grandes triunfadores. Y eso que las elecciones de Andalucía
habían generado dudas acerca de las posibilidades reales de este
partido de partidos, y la esperanza de algunos, y el temor de otros,
a que acabara convertido en una nueva Izquierda Unida. Ahora ya no
hace falta aclarar que ese no es el escenario.
Y eso
que podría haber ocurrido así; Podemos, después de todo, se ha
visto constreñido al 10% de los votos totales escrutados. Visto así,
la estadística podría ser propia de IU. Pero hay dos diferencias
importantes: primero, Podemos no ha podido presentarse en todos los
municipios, por lo que no sabemos el porcentaje real de votantes que
tiene a día de hoy. Y segundo, tiene la posibilidad de gobernar –
sí, de gobernar- en las dos ciudades más importantes de España
como son Madrid (donde ha quedado a un solo escaño del PP) y
Barcelona (donde ha sido directamente la fuerza más votada), amén
de otros muchos municipios importantes como A Coruña, Santiago,
Cádiz, Zaragoza, Oviedo, ect.
Y como
no hay mejor cartel electoral que la victoria, Podemos se presentará
a las generales que está previstas para dentro de pocos meses con
una cara muy distinta; ya no son un mero depósito de votos
“indignados”.
Ahora son alternativa real, porque los resultados cosechados les
libran de convertirse en un mero báculo del PSOE a ojos de la
ciudadanía.
Conjurados
los peligros del fracaso, quedan los peligros del éxito: ahora
tendrán que gobernar, con el desgaste que ello supone. No todo lo
prometido se pondrá cumplir. Ya no se puede volar entre los sueños
y las esperanzas, sino que tienen que bajar a ensuciarse las manos en
el feo terreno de la política real y del gobierno diario, con
presupuestos que son limitados, problemas que no tienen solución
fácil – o que, directamente, no la tienen-, las contradicciones, y
quien sabe si algunos casos de corrupción que irán surgiendo al
calor del poder.
El
otro peligro es que, al convertirse en alternativa real, también se
materializa como amenaza real a los ojos del sistema. El mero hecho
de que Esperanza Aguirre haya sido capaz de ofrecer la alcaldía al
socialista Antonio Miguel Carmona con tal de impedir un gobierno municipal
presidido por Ahora Madrid es sintomático, aunque hay que decir un
pacto entre los partidos “de la casta” supondría la encarnación
del PPSOE de una forma tan evidente e innegable que hasta el más
fervoroso seguidor del PSOE se sentiría empujado a sumarse a las
filas de Podemos en las próximas generales. Tan evidente es la
imagen que daría, y sus posibles efectos, que el propio Antonio Miguel Carmona se ha apresurado a dar un sonoro “NO” a la propuesta de
la Sra. Aguirre…. por puro instinto de supervivencia.
Los
grandes empresarios, por su parte, también están presionando al
PSOE para que no les entregue alcaldías a las nuevas fuerzas de
izquierdas. Y bien sabemos que el partido supuestamente presidido por
Pedro Sánchez es apenas algo más que un entramado de lobbies.
Los
ataques a Podemos, además, se han convertido ya en internacionales,
sobrepasando el marco nacional, e incluso el europeo. El propio Paul
Krugman, premio nobel de economía (el más desprestigiado de todos
los premios nobel, junto con el de la Paz), se ha apresurado a
señalar que las victorias en Madrid y Barcelona constituyen “un
terremoto en la Eurozona”.
Son
las primeras andanadas de una batalla que, a buen seguro, se
recrudecerá con el tiempo.
CIUDADANOS:
A MEDIO CAMINO DE NADA
La
marca blanca del PP ha aumentado espectacularmente su presencia en
los ayuntamientos y las CCAA (cosa que no era tan difícil habida
cuenta de que venían de la nada), pero no ha obtenido la victoria en
ninguna parte, y solo serán decisivos para completar algunas
victorias de los populares allí donde estos se hayan quedado a las
puertas de la mayoría absoluta.
Y sin
victorias propias que exhibir, resulta que Ciudadanos, a diferencia
de Podemos, sí corre el riesgo de convertirse en un mero partido
bisagra a los ojos de los votantes. Algo así como una Izquierda
Unida de derechas. Y, como tal, será fagotizada por el PP en
aquellas localidades y Comunidades Autónomas en las que se limite a
sostener a los populares, pues el votante no podrán dejar de
preguntarse: ¿para qué votar a
Ciudadanos, si el resultado va a ser un gobierno del PP? ¡Para eso
voto al PP, y punto!
En
realidad, la única estrategia que podría salvarle de dar tal imagen
sería NO pactar con el PP bajo la excusa de la corrupción galopante
del partido de la gaviota, que no pasa semana sin que nos regale un
nuevo imputado. Y tendría que ser esa la excusa, porque diferencias
ideológicas con el PP no tiene. De hecho, ya se camina en esa
dirección, pues son varias las ocasiones en las que Albert Rivera ha
exigido que el PP, vista la cantidad de delincuentes que acumula, se
renueve a través de primarias (cosa que no pasará JAMÁS, y lo
saben).
Además,
y al igual que Podemos, no ha podido presentarse en todos los
municipios. Pero como, a diferencia de Podemos, se ha empeñado en
presentarse en todas partes bajo sus propias siglas, sin apoyarse en
movimientos locales, ha formado sus listas apresuradamente,
permitiendo la entrada de toda clase de elementos: oportunistas,
falangistas, ex miembros del PP que saltan del barco que se hunde…
Concurrir
con semejante tropa podría acabar siendo peor, mucho peor, que
simplemente haberse presentado allí donde tuvieran tiempo de elegir
bien. Pero no lo han hecho, y ahora tendrán que soportar un goteo de
noticias adversas acerca de sus recientísimos miembros.
IU:
FUSIÓN O DESAPARICIÓN
Los
resultados electorales no han sido tan desastrosos como se pretende
creer. Incluso han ganado en algunos municipios de tamaño medio,
como Zamora. Pero el partido de Alberto Garzón debería ser
realista, y aceptar que su espacio natural está ocupado ahora por
Podemos.
La
opción ideológicamente más sensata (es decir, lo adecuado si
anteponen los ideales políticos a los intereses personales) sería
fusionarse con Podemos. Este último es tan reciente que hay mucho
espacio para los recién llegados, especialmente a nivel local, y
supondría el empujón definitivo de las nuevas izquierdas hacia el
poder.
Por
supuesto, eso es soñar; IU viene sufriendo una decadencia tan
prolongada que parece remontarse a su misma fundación, e incluso se
diría que la agonía es su estado natural y aceptado. No habrá –
no hay- más reacción al fracaso que nebulosas referencias a una
autocrítica que nunca llega, y la despiadada lucha interna por el
poder sobre los restos de los restos. En consecuencia, veremos a la
moribunda formación acudir a las generales con el único objetivo
real de dividir el voto de izquierdas, para alegría de la derecha.
PSOE:
CAYENDO DEL GUINDO
El
PSOE de Felipe Gonzalez no tiene nada que celebrar. Pero como ese
PSOE ya no existe, y el que tenemos ahora es el de Pedro Sánchez,
habrá confeti y fuegos artificiales en ferraz. Igual que se celebró
la “victoria” de Andalucía (donde el PSOE cosechó su peor
resultado de la historia), ahora se celebra, no la victoria de sus
candidatos – que no han ganado-, sino el fracaso del PP.
Al
menos, así fue en un primer momento. Porque, conforme pasan los
días, la realidad política se va imponiendo. Y la realidad política
es que la amenaza para el PSOE ya no es el PP, sino Podemos, una
formación que, en lugar de convertirse en un mero partido bisagra,
amenaza con convertir al propio PSOE precisamente en eso: en la nueva
Izquierda Unida. De hecho, la realidad política es que ya lo ha
conseguido en Barcelona y Madrid, que son las ciudades a las que mira
toda España.
La
realidad política, en definitiva, es que el PSOE ha fracasado, y lo
que tiene por delante es la gestión de dicho fracaso, con una
opción mala y otra horrible: apoyar a Podemos, o apoyar al PP.
El
PSOE se ha caído del guindo, y dependiendo del lado de la cabeza en
que se golpee contra suelo lo veremos decidirse por una opción u
otra.
PP: SU
PEOR ENEMIGO, ELLOS MISMOS
Dijo
Winston Churchill que los del partido contrario son los rivales (los
“caballeros de la oposición”),
pero que los enemigos de verdad los tienes a la espalda. Nunca fue
más cierto que en el caso del PP.
Y es
que D. Marino Rajoy Brey, como los Austrias del Imperio Español, ha
llenado su corte de enanos para así sentirse más alto. Nadie puede,
en su partido, ser más listo que él, ni más querido, ni más
carismático. Y como el pobre es un imbécil incapaz de levantar el
más mínimo entusiasmo entre los votantes – incluidos los suyos-,
el resultado era el previsible: el Partido Popular se ha visto
reducido a un cortejo de individuos grimosos (Montoro),
incompetentes (Wert), anodinos (Cospedal), ridículos (Celia
Villalobos), insignificantes (Soraya), y detestables (Montoro, Wert,
Cospedal, Celia Villalobos , Soraya…)
En el
gobierno, que es el aparto que Rajoy controla de forma directa, nadie
es más querido y respetado que el propio Rajoy. Tal es el horror
alcanzado.
Mientras,
por el PSOE han pasado Zapatero, Rubalcaba, y Pedro Sánchez. Y los
tres fueron – y son – mucho mejor valorados por los españoles
que el actual inquilino de Moncloa. Mismo caso de Pablo Iglesias, que
polariza a la opinión pública, pero no la tiene toda en contra.
Mucho más popular resulta Albert Rivera, que gusta a muchos y no
molesta a nadie. El semidesconocido Alberto Garzón (IU) también
saca un puntuación superior en valoración a la de Rajoy, según el
CIS. Y si mañana hiciese su presentación en sociedad el Partido del
Anticristo, presidido por un macho cabrío de ojos de fuego con el
símbolo Iluminati tatuado en la frente, no le quepa duda de que el
macho cabrío de ojos de fuego con el símbolo Iluminati tatuado en
la frente estaría mejor valorado que Rajoy por los españoles (“No
sé… le veo más humano. Como más cercano a la gente.”)
No
obstante, los líderes de otros partidos no preocupan al Sr. Rajoy,
pues es un terreno que, al fin y al cabo, no controla. Más problemas
le generan los líderes autonómicos y regionales del partido, sobre
los cuales ejerce más poder que sobre los líderes de otros
partidos, pero mucho menos que sobre los miembros del gobierno. Es
ahí donde tiene que maniobrar más sutilmente para ir eliminando
posibles competidores, y hay que reconocer que ya ha liquidado a casi
todos vía filtraciones interesadas, persecuciones policiales,
destapando trapos sucios…
Tal
vez el plan sea que los españoles, de cara a las generales, se crean
que la economía ya va de lujo, aunque la realidad de sus vidas les
diga lo contrario. O que el pánico a los podemitas
le vuelva a dar la victoria, siquiera con mayoría simple, agitando
el “voto útil” contra Ciudadanos. O una combinación de ambas
que le haga olvidar al personal el goteo constante de corrupción que
exuda su partido en el telediario día sí, día también.
En
cualquier caso, la percepción ahora mismo es que el Partido Popular
se encamino directo a la derrota en las generales, y que Mariano
Rajoy está empeñado en cercenar los brazos y piernas del partido,
sin reparar en que después de las mutilaciones el engendro no podrá
ni ponerse en pie…
UPyD:
DESCANSE EN PAZ
No hay
nada malo en formar un partido personalista. Lo hizo Alvarez Cascos
en Asturias, y también Jesus Gil en Marbella. Y funcionario con
relativo éxito, gracias, precisamente, a presentarse ante el mundo
dejando las cosas claras desde el principio: “El partido soy yo”.
Mucho
peor le ha ido a Rosa Diez con UPyD, agrupación que se presentó
como ejemplo de democracia interna que buscaba la inclusión de todos
en un proyecto común. Era mentira, por supuesto, y mentir es una
estrategia que solo funciona a corto plazo: mientras la fachada se
mantiene ganas apoyos rápidamente, pero cuando la fea verdad se hace
evidente los apoyos desaparecen aún más rápido.
Y la
fea verdad es que Rosa Diez no quería democracia interna, y el
proyecto común era ella misma, rodeada de una masa de monigotes que
solo sabía aplaudir todo lo que decía. Así pasó que, cuando
surgió cierto debate interno, ella lo acalló con puño de acero. Y
los monigotes que la rodeaban aplaudieron. Más tarde hubo críticos,
que fueron sumariamente expedientados y/o expulsados. Y los
monigotes, como no sabían hacer otra cosa, aplaudieron. Luego
llegaron las deserciones, y la reacción de Rosa Diez fue arrojar
toda la mierda posible sobre los que la abandonaban. Y los monigotes
aplaudieron.
Finalmente,
el mismo partido murió como fuerza política en las recientes
elecciones municipales, y, ante la evidencia, Rosa Diez reunió a los
monigotes que quedaban y les anunció que se marchaba. Que tiraba la
toalla. Que se confesaba total y amargamente derrotada por sí misma.
Y los
monigotes aplaudieron.
JOSÉ ANTONIO SÁNCHEZ CABEZAS / L.D.
01 de junio de 2015
La
amenaza de los nuevos partidos, y especialmente del fenómeno Podemos
(ya que Ciudadanos no es más que una refundación del PP apenas
enmascarada para no heredar el odio concitado por su predecesor) ,
ya es una realidad, y el sistema de 1978 entra ahora realmente en
descomposición.
Por
supuesto, no se puede entender las victorias y ascensos de unos
partidos sin las derrotas y crisis de otros; la política nacional,
como cualquier sistema complejo, debe ser examinado en su conjunto si
quiere ser entendido. No obstante, y para mayor claridad, vamos a
examinar uno a uno los distintos partidos y su situación post
electoral:
PODEMOS:
LOS PELIGROS DE LA VICTORIA
Sin
duda, los grandes triunfadores. Y eso que las elecciones de Andalucía
habían generado dudas acerca de las posibilidades reales de este
partido de partidos, y la esperanza de algunos, y el temor de otros,
a que acabara convertido en una nueva Izquierda Unida. Ahora ya no
hace falta aclarar que ese no es el escenario.
Y eso
que podría haber ocurrido así; Podemos, después de todo, se ha
visto constreñido al 10% de los votos totales escrutados. Visto así,
la estadística podría ser propia de IU. Pero hay dos diferencias
importantes: primero, Podemos no ha podido presentarse en todos los
municipios, por lo que no sabemos el porcentaje real de votantes que
tiene a día de hoy. Y segundo, tiene la posibilidad de gobernar –
sí, de gobernar- en las dos ciudades más importantes de España
como son Madrid (donde ha quedado a un solo escaño del PP) y
Barcelona (donde ha sido directamente la fuerza más votada), amén
de otros muchos municipios importantes como A Coruña, Santiago,
Cádiz, Zaragoza, Oviedo, ect.
Y como
no hay mejor cartel electoral que la victoria, Podemos se presentará
a las generales que está previstas para dentro de pocos meses con
una cara muy distinta; ya no son un mero depósito de votos
“indignados”.
Ahora son alternativa real, porque los resultados cosechados les
libran de convertirse en un mero báculo del PSOE a ojos de la
ciudadanía.
Conjurados
los peligros del fracaso, quedan los peligros del éxito: ahora
tendrán que gobernar, con el desgaste que ello supone. No todo lo
prometido se pondrá cumplir. Ya no se puede volar entre los sueños
y las esperanzas, sino que tienen que bajar a ensuciarse las manos en
el feo terreno de la política real y del gobierno diario, con
presupuestos que son limitados, problemas que no tienen solución
fácil – o que, directamente, no la tienen-, las contradicciones, y
quien sabe si algunos casos de corrupción que irán surgiendo al
calor del poder.
El
otro peligro es que, al convertirse en alternativa real, también se
materializa como amenaza real a los ojos del sistema. El mero hecho
de que Esperanza Aguirre haya sido capaz de ofrecer la alcaldía al
socialista Antonio Miguel Carmona con tal de impedir un gobierno municipal
presidido por Ahora Madrid es sintomático, aunque hay que decir un
pacto entre los partidos “de la casta” supondría la encarnación
del PPSOE de una forma tan evidente e innegable que hasta el más
fervoroso seguidor del PSOE se sentiría empujado a sumarse a las
filas de Podemos en las próximas generales. Tan evidente es la
imagen que daría, y sus posibles efectos, que el propio Antonio Miguel Carmona se ha apresurado a dar un sonoro “NO” a la propuesta de
la Sra. Aguirre…. por puro instinto de supervivencia.
Los
grandes empresarios, por su parte, también están presionando al
PSOE para que no les entregue alcaldías a las nuevas fuerzas de
izquierdas. Y bien sabemos que el partido supuestamente presidido por
Pedro Sánchez es apenas algo más que un entramado de lobbies.
Los
ataques a Podemos, además, se han convertido ya en internacionales,
sobrepasando el marco nacional, e incluso el europeo. El propio Paul
Krugman, premio nobel de economía (el más desprestigiado de todos
los premios nobel, junto con el de la Paz), se ha apresurado a
señalar que las victorias en Madrid y Barcelona constituyen “un
terremoto en la Eurozona”.
Son
las primeras andanadas de una batalla que, a buen seguro, se
recrudecerá con el tiempo.
CIUDADANOS:
A MEDIO CAMINO DE NADA
La
marca blanca del PP ha aumentado espectacularmente su presencia en
los ayuntamientos y las CCAA (cosa que no era tan difícil habida
cuenta de que venían de la nada), pero no ha obtenido la victoria en
ninguna parte, y solo serán decisivos para completar algunas
victorias de los populares allí donde estos se hayan quedado a las
puertas de la mayoría absoluta.
Y sin
victorias propias que exhibir, resulta que Ciudadanos, a diferencia
de Podemos, sí corre el riesgo de convertirse en un mero partido
bisagra a los ojos de los votantes. Algo así como una Izquierda
Unida de derechas. Y, como tal, será fagotizada por el PP en
aquellas localidades y Comunidades Autónomas en las que se limite a
sostener a los populares, pues el votante no podrán dejar de
preguntarse: ¿para qué votar a
Ciudadanos, si el resultado va a ser un gobierno del PP? ¡Para eso
voto al PP, y punto!
En
realidad, la única estrategia que podría salvarle de dar tal imagen
sería NO pactar con el PP bajo la excusa de la corrupción galopante
del partido de la gaviota, que no pasa semana sin que nos regale un
nuevo imputado. Y tendría que ser esa la excusa, porque diferencias
ideológicas con el PP no tiene. De hecho, ya se camina en esa
dirección, pues son varias las ocasiones en las que Albert Rivera ha
exigido que el PP, vista la cantidad de delincuentes que acumula, se
renueve a través de primarias (cosa que no pasará JAMÁS, y lo
saben).
Además,
y al igual que Podemos, no ha podido presentarse en todos los
municipios. Pero como, a diferencia de Podemos, se ha empeñado en
presentarse en todas partes bajo sus propias siglas, sin apoyarse en
movimientos locales, ha formado sus listas apresuradamente,
permitiendo la entrada de toda clase de elementos: oportunistas,
falangistas, ex miembros del PP que saltan del barco que se hunde…
Concurrir
con semejante tropa podría acabar siendo peor, mucho peor, que
simplemente haberse presentado allí donde tuvieran tiempo de elegir
bien. Pero no lo han hecho, y ahora tendrán que soportar un goteo de
noticias adversas acerca de sus recientísimos miembros.
IU:
FUSIÓN O DESAPARICIÓN
Los
resultados electorales no han sido tan desastrosos como se pretende
creer. Incluso han ganado en algunos municipios de tamaño medio,
como Zamora. Pero el partido de Alberto Garzón debería ser
realista, y aceptar que su espacio natural está ocupado ahora por
Podemos.
La
opción ideológicamente más sensata (es decir, lo adecuado si
anteponen los ideales políticos a los intereses personales) sería
fusionarse con Podemos. Este último es tan reciente que hay mucho
espacio para los recién llegados, especialmente a nivel local, y
supondría el empujón definitivo de las nuevas izquierdas hacia el
poder.
Por
supuesto, eso es soñar; IU viene sufriendo una decadencia tan
prolongada que parece remontarse a su misma fundación, e incluso se
diría que la agonía es su estado natural y aceptado. No habrá –
no hay- más reacción al fracaso que nebulosas referencias a una
autocrítica que nunca llega, y la despiadada lucha interna por el
poder sobre los restos de los restos. En consecuencia, veremos a la
moribunda formación acudir a las generales con el único objetivo
real de dividir el voto de izquierdas, para alegría de la derecha.
PSOE:
CAYENDO DEL GUINDO
El
PSOE de Felipe Gonzalez no tiene nada que celebrar. Pero como ese
PSOE ya no existe, y el que tenemos ahora es el de Pedro Sánchez,
habrá confeti y fuegos artificiales en ferraz. Igual que se celebró
la “victoria” de Andalucía (donde el PSOE cosechó su peor
resultado de la historia), ahora se celebra, no la victoria de sus
candidatos – que no han ganado-, sino el fracaso del PP.
Al
menos, así fue en un primer momento. Porque, conforme pasan los
días, la realidad política se va imponiendo. Y la realidad política
es que la amenaza para el PSOE ya no es el PP, sino Podemos, una
formación que, en lugar de convertirse en un mero partido bisagra,
amenaza con convertir al propio PSOE precisamente en eso: en la nueva
Izquierda Unida. De hecho, la realidad política es que ya lo ha
conseguido en Barcelona y Madrid, que son las ciudades a las que mira
toda España.
La
realidad política, en definitiva, es que el PSOE ha fracasado, y lo
que tiene por delante es la gestión de dicho fracaso, con una
opción mala y otra horrible: apoyar a Podemos, o apoyar al PP.
El
PSOE se ha caído del guindo, y dependiendo del lado de la cabeza en
que se golpee contra suelo lo veremos decidirse por una opción u
otra.
PP: SU
PEOR ENEMIGO, ELLOS MISMOS
Dijo
Winston Churchill que los del partido contrario son los rivales (los
“caballeros de la oposición”),
pero que los enemigos de verdad los tienes a la espalda. Nunca fue
más cierto que en el caso del PP.
Y es
que D. Marino Rajoy Brey, como los Austrias del Imperio Español, ha
llenado su corte de enanos para así sentirse más alto. Nadie puede,
en su partido, ser más listo que él, ni más querido, ni más
carismático. Y como el pobre es un imbécil incapaz de levantar el
más mínimo entusiasmo entre los votantes – incluidos los suyos-,
el resultado era el previsible: el Partido Popular se ha visto
reducido a un cortejo de individuos grimosos (Montoro),
incompetentes (Wert), anodinos (Cospedal), ridículos (Celia
Villalobos), insignificantes (Soraya), y detestables (Montoro, Wert,
Cospedal, Celia Villalobos , Soraya…)
En el
gobierno, que es el aparto que Rajoy controla de forma directa, nadie
es más querido y respetado que el propio Rajoy. Tal es el horror
alcanzado.
Mientras,
por el PSOE han pasado Zapatero, Rubalcaba, y Pedro Sánchez. Y los
tres fueron – y son – mucho mejor valorados por los españoles
que el actual inquilino de Moncloa. Mismo caso de Pablo Iglesias, que
polariza a la opinión pública, pero no la tiene toda en contra.
Mucho más popular resulta Albert Rivera, que gusta a muchos y no
molesta a nadie. El semidesconocido Alberto Garzón (IU) también
saca un puntuación superior en valoración a la de Rajoy, según el
CIS. Y si mañana hiciese su presentación en sociedad el Partido del
Anticristo, presidido por un macho cabrío de ojos de fuego con el
símbolo Iluminati tatuado en la frente, no le quepa duda de que el
macho cabrío de ojos de fuego con el símbolo Iluminati tatuado en
la frente estaría mejor valorado que Rajoy por los españoles (“No
sé… le veo más humano. Como más cercano a la gente.”)
No
obstante, los líderes de otros partidos no preocupan al Sr. Rajoy,
pues es un terreno que, al fin y al cabo, no controla. Más problemas
le generan los líderes autonómicos y regionales del partido, sobre
los cuales ejerce más poder que sobre los líderes de otros
partidos, pero mucho menos que sobre los miembros del gobierno. Es
ahí donde tiene que maniobrar más sutilmente para ir eliminando
posibles competidores, y hay que reconocer que ya ha liquidado a casi
todos vía filtraciones interesadas, persecuciones policiales,
destapando trapos sucios…
Tal
vez el plan sea que los españoles, de cara a las generales, se crean
que la economía ya va de lujo, aunque la realidad de sus vidas les
diga lo contrario. O que el pánico a los podemitas
le vuelva a dar la victoria, siquiera con mayoría simple, agitando
el “voto útil” contra Ciudadanos. O una combinación de ambas
que le haga olvidar al personal el goteo constante de corrupción que
exuda su partido en el telediario día sí, día también.
En
cualquier caso, la percepción ahora mismo es que el Partido Popular
se encamino directo a la derrota en las generales, y que Mariano
Rajoy está empeñado en cercenar los brazos y piernas del partido,
sin reparar en que después de las mutilaciones el engendro no podrá
ni ponerse en pie…
UPyD:
DESCANSE EN PAZ
No hay
nada malo en formar un partido personalista. Lo hizo Alvarez Cascos
en Asturias, y también Jesus Gil en Marbella. Y funcionario con
relativo éxito, gracias, precisamente, a presentarse ante el mundo
dejando las cosas claras desde el principio: “El partido soy yo”.
Mucho
peor le ha ido a Rosa Diez con UPyD, agrupación que se presentó
como ejemplo de democracia interna que buscaba la inclusión de todos
en un proyecto común. Era mentira, por supuesto, y mentir es una
estrategia que solo funciona a corto plazo: mientras la fachada se
mantiene ganas apoyos rápidamente, pero cuando la fea verdad se hace
evidente los apoyos desaparecen aún más rápido.
Y la
fea verdad es que Rosa Diez no quería democracia interna, y el
proyecto común era ella misma, rodeada de una masa de monigotes que
solo sabía aplaudir todo lo que decía. Así pasó que, cuando
surgió cierto debate interno, ella lo acalló con puño de acero. Y
los monigotes que la rodeaban aplaudieron. Más tarde hubo críticos,
que fueron sumariamente expedientados y/o expulsados. Y los
monigotes, como no sabían hacer otra cosa, aplaudieron. Luego
llegaron las deserciones, y la reacción de Rosa Diez fue arrojar
toda la mierda posible sobre los que la abandonaban. Y los monigotes
aplaudieron.
Finalmente,
el mismo partido murió como fuerza política en las recientes
elecciones municipales, y, ante la evidencia, Rosa Diez reunió a los
monigotes que quedaban y les anunció que se marchaba. Que tiraba la
toalla. Que se confesaba total y amargamente derrotada por sí misma.
Y los
monigotes aplaudieron.
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