No importa lo que digas, lo que pienses, o lo que hagas. Siempre habrá alguien feliz de ofenderse por ello
Es algo absolutamente transversal: los aficionados a la telebasura detestan a los intelectuales por sus aires de superioridad, y los intelectuales se enfadan con los televidentes porque les consideran subnormales voluntarios.
josé antonio sánchez cabezas / l.d.
30 de mayo de 2015
Los islámicos no toleran a los cristianos
porque son infieles, los cristianos no perdonan al Islam por ser
radicales, ambos odian a los judíos por ser los dueños del dinero,
y todos ellos acabarían con los ateos porque piensan de verdad que
sin religión no puede haber bondad, moral ni tolerancia.
Los
políticos se enfurecen con los ciudadanos cuando se manifiestan en
su contra, y los ciudadanos matarían a todos los políticos después
de ver el Telediario. La izquierda se ofende cuando los muchachos de
la falange sacan a pasear sus banderas del águila, y la derecha
chilla porque desde la izquierda se cuestionan la idea de España. A
los Indignados se les reprochaba querer cambiar el sistema por la vía
revolucionaria en lugar de formar un partido, y a Podemos se le acusa
de tener ansias chavista-comunistas de poder por presentarse a las
elecciones.
Rajoy
metería en la cárcel a Rivera por robarle votos, y Rivera quiere
acabar con Rajoy por traicionar los valores del PP. Pablo Iglesias
ataca a Pedro Sánchez porque es la casta, Pedro Sánchez insulta a
Pablo Iglesias por que le considera un demagogo, y Esperanza Aguirre
ataca a Pedro Sánchez, insulta a Pablo Iglesias, metería en la
cárcel a Rivera, quiere acabar con Rajoy, y atropella a la Guardia
Urbana porque… bueno, porque ella es así.
Rojo,
facha, liberal, independentista, religioso, ateo, culé, madridista,
homosexual, hombre, mujer,… no importa lo que seas, lo que pienses
o lo que hagas; ahí fuera hay alguien profundamente ofendido por
ello.
Viene
todo esto a que hace unas semanas un sujeto – un auténtico
cenutrio- ofendió a propios y extraños al proferir en twitter una
“broma” sobre los catalanes que fallecieron en la catástrofe
aérea de los Alpes. No voy a repetir aquí la supuesta broma; ya
pueden ustedes imaginar qué habrá dicho un facha con poca gracia y
menos inteligencia sobre las víctimas catalanas del accidente.
Pues
he aquí que al aspirante a humorista lo van a procesar. Por
lo penal.
Este
caso nos remite a lo ocurrido hace ya un año, cuando también
procesaron penalmente a un muchacho que había colgado en Youtube una
canción sobre el asesinato (a manos de otra militante del propio
Partido Popular) de la Presidenta de la Diputación de León, Dª
Isabel Carrasco. Al parecer, el motivo era que el estribillo de la
canción era la frase “no debería alegrarme, pero me alegro”.
Llama
la atención el talento del artista a la hora de captar el sentir de
la ciudadanía, pues no fueron pocos lo que se sintieron mal por
sentirse bien tras conocer la noticia (otros muchos, en cambio, no
vieron razón para avergonzarse de su alegría). Y es que no hay nada
más español que, cerveza en mano, exigir el empalamiento de tal o
cual político, cuando no de todos ellos.
Y
si el cantautor en cuestión se hubiese limitado a cantar la melodía
por los barrios, guitarra en mano, nada habría pasado, e incluso
habría conseguido unos eurillos. Pero como osó compartir sus
sentimientos por Youtube, fue procesado. Por
lo penal.
Facha
uno, perroflauta el otro, ambos tuvieron el mismo destino tras
compartir sus pensamientos en las redes: el Juzgado de Instrucción.
Ahora bien, y como sabemos todos los que hemos estudiado Derecho,
resulta que el Derecho Penal es la medida última que el ordenamiento
reserva para los ataques más graves (solo los más graves) a los
derechos fundamentales (y solo a los derechos fundamentales) de las
personas.
No
parece que este sea el caso de ninguno de los ejemplos citados.
Parece, más bien, que estamos ante otra señal más del terror que
tiene este gobierno a que la ciudadanía puede expresarse con
libertad, y cuyo ejemplo más reciente es la publicación de la
llamada Ley Mordaza, que no es sino otro intento de asustar al
personal para que nadie se atreva a levantar la voz. Por lo que pueda
pasar.
Dicho
sea de paso, el terror que le tiene el actual gobierno a la población
está totalmente infundado, porque esto es España, un país en el
que nunca pasa nada, y en el que hasta las guerras civiles nos las
organizan desde fuera, porque a ver quién monta la Revolución
pudiendo ir a pasar el día a Benidorm. Es lo malo de España:
resulta ser un país tan hermoso y acogedor – hablo del país en
sí, no de sus habitantes- que te permite ser feliz a pesar de los
pesares (en los glaciales páramos de Escandinavia, Zapatero estaría
en la cárcel y Rajoy colgando de una soga).
No
había razón, por tanto, para dar esos tiros de aviso. Al cantautor
de Youtube puedes ponerle un comentario negativo, o darle a “Me
gusta”, según tu criterio, y el facha gracioso merecía nuestro
universal desprecio, y nada más. Ninguno de los dos debería estar
haciendo frente a un procedimiento penal. Sobretodo porque la
libertad expresión de ambos es también la nuestra, y la mejor
garantía de esa libertad es que hasta el más tonto del pueblo pueda
soltar sus imbecilidades sin temor a dar con sus huesos en la cárcel.
O,
como ya lo dijere Voltaire:
“Odio
lo que dices, pero moriría por tu derecho a decirlo”.
Y
ese, señoras y señores, es el principio irrenunciable de toda
democracia.
josé antonio sánchez cabezas / l.d.
30 de mayo de 2015
Los islámicos no toleran a los cristianos
porque son infieles, los cristianos no perdonan al Islam por ser
radicales, ambos odian a los judíos por ser los dueños del dinero,
y todos ellos acabarían con los ateos porque piensan de verdad que
sin religión no puede haber bondad, moral ni tolerancia.
Los
políticos se enfurecen con los ciudadanos cuando se manifiestan en
su contra, y los ciudadanos matarían a todos los políticos después
de ver el Telediario. La izquierda se ofende cuando los muchachos de
la falange sacan a pasear sus banderas del águila, y la derecha
chilla porque desde la izquierda se cuestionan la idea de España. A
los Indignados se les reprochaba querer cambiar el sistema por la vía
revolucionaria en lugar de formar un partido, y a Podemos se le acusa
de tener ansias chavista-comunistas de poder por presentarse a las
elecciones.
Rajoy
metería en la cárcel a Rivera por robarle votos, y Rivera quiere
acabar con Rajoy por traicionar los valores del PP. Pablo Iglesias
ataca a Pedro Sánchez porque es la casta, Pedro Sánchez insulta a
Pablo Iglesias por que le considera un demagogo, y Esperanza Aguirre
ataca a Pedro Sánchez, insulta a Pablo Iglesias, metería en la
cárcel a Rivera, quiere acabar con Rajoy, y atropella a la Guardia
Urbana porque… bueno, porque ella es así.
Rojo,
facha, liberal, independentista, religioso, ateo, culé, madridista,
homosexual, hombre, mujer,… no importa lo que seas, lo que pienses
o lo que hagas; ahí fuera hay alguien profundamente ofendido por
ello.
Viene
todo esto a que hace unas semanas un sujeto – un auténtico
cenutrio- ofendió a propios y extraños al proferir en twitter una
“broma” sobre los catalanes que fallecieron en la catástrofe
aérea de los Alpes. No voy a repetir aquí la supuesta broma; ya
pueden ustedes imaginar qué habrá dicho un facha con poca gracia y
menos inteligencia sobre las víctimas catalanas del accidente.
Pues
he aquí que al aspirante a humorista lo van a procesar. Por
lo penal.
Este
caso nos remite a lo ocurrido hace ya un año, cuando también
procesaron penalmente a un muchacho que había colgado en Youtube una
canción sobre el asesinato (a manos de otra militante del propio
Partido Popular) de la Presidenta de la Diputación de León, Dª
Isabel Carrasco. Al parecer, el motivo era que el estribillo de la
canción era la frase “no debería alegrarme, pero me alegro”.
Llama
la atención el talento del artista a la hora de captar el sentir de
la ciudadanía, pues no fueron pocos lo que se sintieron mal por
sentirse bien tras conocer la noticia (otros muchos, en cambio, no
vieron razón para avergonzarse de su alegría). Y es que no hay nada
más español que, cerveza en mano, exigir el empalamiento de tal o
cual político, cuando no de todos ellos.
Y
si el cantautor en cuestión se hubiese limitado a cantar la melodía
por los barrios, guitarra en mano, nada habría pasado, e incluso
habría conseguido unos eurillos. Pero como osó compartir sus
sentimientos por Youtube, fue procesado. Por
lo penal.
Facha
uno, perroflauta el otro, ambos tuvieron el mismo destino tras
compartir sus pensamientos en las redes: el Juzgado de Instrucción.
Ahora bien, y como sabemos todos los que hemos estudiado Derecho,
resulta que el Derecho Penal es la medida última que el ordenamiento
reserva para los ataques más graves (solo los más graves) a los
derechos fundamentales (y solo a los derechos fundamentales) de las
personas.
No
parece que este sea el caso de ninguno de los ejemplos citados.
Parece, más bien, que estamos ante otra señal más del terror que
tiene este gobierno a que la ciudadanía puede expresarse con
libertad, y cuyo ejemplo más reciente es la publicación de la
llamada Ley Mordaza, que no es sino otro intento de asustar al
personal para que nadie se atreva a levantar la voz. Por lo que pueda
pasar.
Dicho
sea de paso, el terror que le tiene el actual gobierno a la población
está totalmente infundado, porque esto es España, un país en el
que nunca pasa nada, y en el que hasta las guerras civiles nos las
organizan desde fuera, porque a ver quién monta la Revolución
pudiendo ir a pasar el día a Benidorm. Es lo malo de España:
resulta ser un país tan hermoso y acogedor – hablo del país en
sí, no de sus habitantes- que te permite ser feliz a pesar de los
pesares (en los glaciales páramos de Escandinavia, Zapatero estaría
en la cárcel y Rajoy colgando de una soga).
No
había razón, por tanto, para dar esos tiros de aviso. Al cantautor
de Youtube puedes ponerle un comentario negativo, o darle a “Me
gusta”, según tu criterio, y el facha gracioso merecía nuestro
universal desprecio, y nada más. Ninguno de los dos debería estar
haciendo frente a un procedimiento penal. Sobretodo porque la
libertad expresión de ambos es también la nuestra, y la mejor
garantía de esa libertad es que hasta el más tonto del pueblo pueda
soltar sus imbecilidades sin temor a dar con sus huesos en la cárcel.
O,
como ya lo dijere Voltaire:
“Odio
lo que dices, pero moriría por tu derecho a decirlo”.
Y
ese, señoras y señores, es el principio irrenunciable de toda
democracia.
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