Escocia fue Reino, tuvo su
propia Constitución y su propio Parlamento en el pasado, tuvo sus
propios Reyes Legítimos de la Casa Estuardo. Escocia fue una Nación
histórica y conformó su propio Estado político hasta que en 1707 el clan
de los Cambell dirigido por el duque de Argyll se empeñó en su alianza
con Londres para hacer frente a los legitimistas Jacobitas que tras el
año 1688 reivindicaban la Corona de los tres reinos para los descendientes
de Jacobo VII de Escocia (II de Inglaterra). Los unionistas fueron los
orangistas y hannoverianos que impusieron una monarquía capitalista al
servicio de la oligarquía y la plutocracia del imperio británico. Tras
la rebelión jacobita legitimista de 1745 los escoceses sufrieron una
terrible represión basada en la prohibición de: portar armas, llevar la
falda escocesa, hablar Gaélico escocés que era el idioma autóctono, y la
supresión del sistema de clanes. Los ingleses destruyeron la vida
tradicional y comunitaria de los escoceses a los que desterraron de sus
propias tierras, se les envió a las plantaciones americanas y a Nueva
Zelanda y Australia. Los escoceses fueron desarraigados de su memoria
histórica, fueron alienados en el capitalismo y se les hizo creer que
siempre habían formado parte del Reino Unido de manera pactada y
pacífica a través de la legalidad constitucional del Acta de Unión de
1707. La manipulación política del gobierno de Londres, la mentira de
aquellos bandidos y la ruindad y traición del duque de Argyll jefe de
los Cambell, podrá verse reparada con la independencia de Escocia, que
merece libertad y dignidad después de todo lo que ha pasado este gran
pueblo. Los ingleses en esta ocasión ante el día de hoy no han podido
enviar a los casacas rojas y realizar la represión política, cultural y
económica a la que estaban acostumbrados. Viva Escocia libre! Viva la
independencia!
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