Colaborador Articulista: José Antonio Sánchez Cabezas
Pocos conceptos de la economía resulta
tan subjetivos como el de “pobreza”. Hay mil y un formas de sopesarla, medirla
y estudiarla. Lo más habitual es implicar a las matemáticas, en un intento de
huir, precisamente, de la subjetividad. Se supone que los números no tienen
sentimientos, ni ideología; tendemos, pues, a fiarnos de ellos como valor de
referencia.
Y sin embargo no debemos olvidar lo que
dijo una vez Winston Churchill: “hay mentiras, grandes mentiras, y
estadísticas.”
El orden establecido por el Premier
inglés es del todo acertado, y ello porque hay una diferencia entre las
mentiras y las estadísticas que convierte a estas últimas en tremendamente
peligrosas: las estadísticas no necesitan ser falsas para engañarnos.
Una de las más discutidas y discutibles es la llamada “Pobreza relativa”, indicador que resulta tan utilizado por socialistas como denostado por liberales. Y ello porque el gran valor defendido por los primeros es la igualdad (sobretodo, la económica) , en tanto los segundos defienden, como su propio nombre indica, la libertad (económica).
La Pobreza Relativa es un indicador que
mide la pobreza comparando las rentas altas con las bajas; así, cuanto mayor
sea la diferencia entre unas y otras, mayor será la pobreza relativa. No es
difícil de entender, por tanto, la querencia de la izquierda por este índice,
dado que parte de la premisa de que, cuanto más ricos son los ricos, más pobres
son los pobres. Desde un punto de vista moral, ello implica convertir a los
segundos en víctimas de los primeros. Y desde un punto de vista económico, se
concluye que la solución a la pobreza es el reparto equitativo de la riqueza;
si no hay ricos, no hay pobres.
El liberalismo, por supuesto, lo ven de
una manera totalmente distinta.
CRÍTICA DE LOS LIBERALES A
LA POBREZA RELATIVA
Legitimistadigital sea un medio de
izquierda, socialista, y autogestionario, y así se anuncia desde el propio
medio. Y ello porque este medio entiende que no hay nadie que carezca de
ideología, por lo que la cuestión no es elegir entre ser un medio “imparcial” o
ser uno “implicado”, sino entre reconocer abiertamente su ideología u
ocultarla.
Dicho esto, servidor entiende que
debemos examinar las premisas liberales con la mayor ecuanimidad posible.
Después de todo, recurrir a un lenguaje agresivo o descartar argumentos
opuestos de un manotazo (“¡Eso son chorradas, y punto!”) es señal de que
no se está seguro de las propias ideas.
Así pues, ¿qué oponen los liberales al
concepto de “pobreza relativa”?
Bien, los liberales parten de que la
solución a la pobreza no es el reparto equitativo de los recursos existentes,
sino intensificar la explotación de estos últimos. Es lo que ellos llaman “crear
riqueza”. Y lo más eficaz en este campo es la iniciativa privada, la cual,
partiendo de una masa de individuos con motivación egoísta se consigue un
resultado beneficioso para la comunidad, pues los actores del mercado – los
individuos- competirán por ser los más eficaces y productivos, y esa misma
eficacia y productividad redundará en beneficio de toda la sociedad. El hecho
de que la motivación individual sea egoísta no empaña el resultado.
Como no es mi intención entrar en una
examen general del pensamiento liberal me seguiré ciñendo al tema de la Pobreza
Relativa, respecto a la cual el pensamiento liberal se muestra contrario. La
razón es que “desigualdad” y “pobreza” no son lo mismo, y lo primero no tiene
porque implicar lo segundo.
Así, podemos encontrarnos con una
sociedad en la que todos sus miembros vivan en una situación de miseria, y otra
sociedad en la que todo el mundo tenga sus necesidades cubiertas, incluso con
comodidades, pero exista una casta de “super ricos” que acumule mucha más riqueza
que el resto. Pues bien: desde el punto de vista de la Pobreza Relativa, hay
menos pobreza en la primera que en la segunda.
El liberalismo se apoya en este
razonamiento para descartar la desigualdad como fuente de pobreza: si hay
pobres no es porque los recursos estén mal repartidos, sino porque todavía no
se crea suficiente riqueza.
El argumento es acertado en un punto:
en efecto, si viviéramos en un mundo en el que todos los habitantes tuviesen
cubiertas sus necesidades, la cuestión de la Pobreza Relativa resultaría
irrelevante, pues no habría ningún drama humano tras ella.
Pero no vivimos en ese mundo.
POBREZA ABSOLUTA
Es imposible fijar una fecha exacta
para el comienzo del sistema que hoy conocemos como “Capitalismo”, pero se
suele establecer convencionalmente que tiene entre 200 y 300 años de
antigüedad, haciendo coincidir su arranque con la Revolución Industrial
inglesa.
Desde el año 1.700 d.c., este sistema
ha ido expandiéndose por todo el planeta, al mismo tiempo que se perfeccionaba
en lo que mejor sabe hacer: explotar con la máxima intensidad los recursos
disponibles. O, como dirían los liberales, “crear riqueza”.
Ello no se puede ni se debe negar: la
producción agrícola y de bienes de consumo ha aumentado de forma asombrosa. De hecho,
con lo que hoy produce nuestra sociedad globalizada, la población del año
1.700, todos y cada uno de los habitantes de los 600 millones de habitantes que
tenía el planeta en aquella época, podrían vivir en la abundancia. Nadie
moriría en la pobreza. Nadie.
Sin embargo, hoy en día hay 2.500
millones de personas en condiciones de miseria; la cifra en sí baila desde los
1.900 millones de los optimistas, hasta los 2.800 millones de los más
pesimistas, pero todos tienen algo en común: reconocen que el número de gente
pobre que existe actualmente supera sino la población TOTAL del año 1.700. No
solo los pobres, no. La población total. Como también supera la población total
del año 1.800 (900 millones de habitantes) y del año 1.900 (1.600 millones de
habitantes).
En consecuencia, el aumento de los
recursos no ha significado la eliminación de la pobreza. Ni siquiera ha
reducido el número de pobres. Todo lo contrario: han aumentado asombrosamente.
Ocurre, simplemente, que aumentar la
producción de bienes y alimentos provoca, automáticamente, explosiones
demográficas que mantienen la población por encima de los recursos disponibles,
con lo que intentar eliminar la pobreza “creando riqueza” es como intentar
agarrar con las manos la línea del horizonte: esta permanecerá fuera de tu
alcance, sin importar que camines, corras o uses un cohete.
Frente a este hecho, los liberales
todavía oponen un argumento, aunque este ya es menos racional: morir de hambre
en el año 2.014 no tiene nada que ver con morir de hambre en el año 1.714.
Según esta tesis, hace 300 años había pobres “de verdad”, y lo eran todos –
hasta el noble persa, con sus banquetes, sus esclavos y su harén de concubinas
se cambiaría gustoso por un obrero de la actual Kenia-, mientras que los pobres
actuales mueren de hambre con todas las comodidades, por así decirlo.
Este argumento, que así expresado llama
a la risa, no debe ser subestimado por dos espejismos que pueden inducir a
error: el primero es que la gente suele confundir la tecnología con la
economía, lo que lleva a pensar que un mundo en el que millones perecen de
hambre, pero la otros tienen Smarthphones, es mejor que un mundo en que solo
unos miles sufran la miseria, pero nadie pueda enterarse de como ha quedado el
Real Madrid por el móvil.
El segundo efecto óptico es aquel que
nos lleva a los occidentales a pensar que el mundo es Occidente y alrededores,
y que es un prejuicio que se nota incluso en los mapasmundi. Este es el mapa de
Mercator, usado como oficial en nuestras escuelas durante el último siglo...
… y este es un mapamundi realista:
Como se puede apreciar en el segundo,
África no es tan pequeña como Groenlandia, Europa no está en el centro del
mundo, y Sudamerica no es un “colgajo” de Norteamerica.
En Francia también se suele decir que
el primer mapa moderno les quitó más territorio que todas las guerras que
habían perdido...
Sirva esto para ilustrar el error de
percepción que tenemos desde Occidente, y la razón por la que hay quien puede
llegar a pensar que los pobres “de ahora” no están de lujo comparados con los
de antes. Eso sería verdad si los pobres del mundo fuesen como el parado de la
Unión Europea, que tiene ayudas, subsidios, y sanidad y educación garantizada
por el Estado. O incluso como el mendigo de occidente, que siempre puede
refugiarse en un albergue y comer en Cáritas.
Pero no es así.
Occidente es una isla de bienestar
rodeado de un océano de miseria, del cual apenas somos conscientes. Por eso
nuestra particular “crisis” no ha impedido que miles y miles de subsaharianos.
Y no, morir de hambre en el año 2.014 no es distinto de morir de hambre en el
1.014.
Y en un mundo en el que las personas
que perecen de hambre se cuentan por millones, en el que los recursos son
insuficientes y siempre lo serán, la Pobreza Relativa sí tiene importancia.
Porque los pobres que quedan al final de la cola son los que van a morir.
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