Hubo un tiempo en que los príncipes pasaron de todo, donde otros se
preocuparon por todos, y donde algunos lucharon por algo que valía la pena
vivir: ¡¡¡la venganza de los príncipes!!! Frente a la injusticia algunos
clamaron por la venganza legitimista en el exilio, contra la usurpación burguesa y capitalista. Pero, ¿quienes trajeron esta usurpación? El liberalismo, la masonería especulativa y los amigos de la usura bajo una supuesta "venganza templaria-masona" contra el absolutismo monárquico, lo que impulsó la revolución francesa y todas las revoluciones burguesas.
La venganza es un plato que se
sirve frio y los príncipes claman y se reúnen contra el neoliberalismo burgués
capitalista. El primer socialismo en existir fue denominado feudal por Marx y
Engels. Al ser precapitalista y apriorístico respecto de la instauración del
sistema capitalista por la burguesía plutócrata, fue meritorio y
contrarrevolucionario, al oponerse al nuevo sistema económico que daba lugar a
la mercantilización de la vida en el siglo XIX.
El socialismo feudal es el
resultado y suma de diversos socialismos. Reúne el socialismo campesino, el
socialismo de los artesanos y de los diferentes gremios, el socialismo frailuno
y clerical del catolicismo medieval, y también reúne el socialismo de los
príncipes preocupados por las transformaciones que implicaba la llegada del
sistema económico de explotación capitalista. Así este socialismo feudal no era
ni más ni menos que una defensa de aquellos componentes sociales y comunitario
del Antiguo Régimen.
Al estudiar ese socialismo feudal
comprobamos como la propiedad de la tierra, el suelo y los bienes inmuebles no
están sujetos al libre mercado, no se pueden comprar ni vender, porque están
amortizados y sujetos al apellido y linaje familiar. Las tierras comunales de
los municipios no son de nadie, ni pertenecen exclusivamente a nadie, allí se
labra o pasta el ganado. Los campesinos tienen donde dormir, donde trabajar y
qué comer. Tampoco están a merced y desamparo del libre mercado, sino
protegidos por un gremio o un concejo. Podían reunirse bajo “El Árbol de
Guernica” y así todos los campesinos peninsulares en el resto de reinos
señoríos y principados de las Españas, y hasta en la misma Europa ocurría algo
similar. En cuanto a la Iglesia Católica su forma y funcionamiento tenían
características propias de un sistema socialista y comunitario, los curas y
frailes trabajaban la tierra y en comunidad, vivían de su trabajo agrícola.
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