LA VENGANZA DE LOS PRÍNCIPES: EL SOCIALISMO FEUDAL (IV PARTE)
Marx y Engels acusaron a los
feudales de ser los creadores de la burguesía, porque esta clase se gestó
durante el Antiguo Régimen. Pero no se gestó un movimiento obrero hasta que el
campesinado y el proletariado sufrieron en sus carnes los desafueros burgueses.
¡Tuvieron que esperar hasta ver a la burguesía apoderarse del poder político,
cuando los “socialistas feudales” venían denunciando las pretensiones de la
burguesía capitalista y sus formas de explotación!
El socialismo feudal, cual
socialismo de alpargata campesino, socialismo cristiano, socialismo hidalgo y
principesco se amalgamó en una protesta contrarrevolucionaria como rechazo a
priori del sistema de explotación capitalista. El movimiento obrero lo hizo
aposteriori y no sin menor razón pero como una amalgama proletaria de
campesinos y obreros que explotaron contra la injusticia y el egoísmo burgués.
Ahí está la postura común entre los tradicionalistas y la izquierda.
Aquellos que han pretendido
alejar el marxismo del tradicionalismo lo han hecho tanto con escritos
marxianos como tradicionalistas y ello ha significado la división del pueblo
tradicionalista y el pueblo de izquierdas. Los izquierdistas jamás entendieron
que pudiese haber pueblo entre los partidarios del tradicionalismo y el antiguo
régimen, porque confundieron esta postura política, social y económica con el
pensamiento de la derecha burguesa capitalista y conservadora. Confundieron a
los tradicionalistas por conservadores y a los conservadores por tradicionalistas
por la defensa común de la religión cristiana católica.
Si bien durante el proceso
desamortizador decimonónico la Iglesia Católica encontró en el liberalismo
conservador a un enemigo y a los tradicionalistas en amigos; esto fue sólo en
apariencia porque al final la jerarquía de la Iglesia Católica traicionó al
tradicionalismo al venderse al sistema capitalista que imponía la burguesía a
cambio del presupuesto de culto y clero. Así desde el propio tradicionalismo se
adoptó una actitud crítica contra todos aquellos que deseaban apuntalar el
nuevo orden liberal burgués de explotación capitalista.
Y es más, demostraría que en el
enfrentamiento entre la economía capitalista y la economía marxista ha
denunciado el verdadero rostro de la derecha conservadora, ya que con su
capitalismo, los tratantes de usura han mecanizado unas formas para hipotecar
los ingresos futuros de la sociedad destinándolos al pago de la deuda y los
intereses. Los adelantamientos del capital por parte de la banca eran impensables
en las sociedades tradicionales que tenían unas rentas derivadas de la tierra y
el trabajo. La sociedad tradicional rechaza la deuda soberana y el pago de los
intereses de la misma a los usureros.
La economía marxista no hace sino
heredar muchas de las tradiciones económicas del pasado colectivo y comunitario
rechazando el endeudamiento colectivo, rechazando a la banca y al capitalismo.
Los conservadores engañaron a los tradicionalistas para atraerlos a su causa
mediante la hipotética defensa de la religión, cuando la verdadera religión de
los conservadores, liberales y progresistas es la del poder del dinero y el
sistema capitalista.
La excusa fue admitir que el
marxismo, incluso por los propios marxistas, es materialista, cuando no hay
nada más materialista que el propio sistema económico capitalista que los
tradicionalistas ayudaron también apuntalar por miedo a las huestes marxistas,
comunistas, separatistas y ateas. Una cantinela que todavía el carlismo está
pagando por haberse apuntado al bando nacional durante la guerra incivil.
En la actualidad sufrimos la
crisis económica del sistema capitalista, su materialismo y egoísmo, su
competitividad, recortes, flexibilizaciones, privatizaciones, despidos, etc.
La izquierda y los
tradicionalistas carlistas claman por la justicia social y la solidaridad,
rechazan el egoísmo burgués y el sistema neoliberal capitalista. Teniendo la
perspectiva del pasado y viendo el desarrollo de los acontecimientos políticos,
sociales y económicos podemos redescubrir la venganza de los príncipes, de los
“feudales” en su lucha contra el capitalismo por haber mercantilizado y
prostituido la vida del ser humano hipotecando a todo el planeta bajo los
intereses de los mercaderes. La justicia de los príncipes se convierte entonces
en la venganza de los príncipes, de aquellos que son legitimistas y son
portaestandartes y paladines de la contrarrevolución, porque luchan contra la
revolución neoliberal capitalista y su globalización.
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